56° Capítulo:

217 26 12
                                    

Desde que Hans se había marchado ya habían transcurrido unas horas, de hecho, había sido yo la que le había insistido en que lo hiciera. Lo había intentado disimular, pero en ese rato que habíamos pasado juntos había bostezado múltiples veces.

El pobre, entre el dolor, todo el estrés, el viaje de improviso, apenas sí se había hallado a sí mismo durmiendo y se podía notar. Ahora que por lo menos poseía la tranquilidad de mi despertar, me parecía injusto no insistirle en que se marchara a descansar. Había tomado varias negativas iniciales, pero finalmente había logrado convencerle.

Al rato de encontrarme sola, habían aparecido Kamilla y Anja a hacerme compañía. Y nuevamente, por más que me aconsejaran hacer lo contrario, les había insistido en salir de mi habitación. Tan solo quería dar algunas vueltas por los pasillos, estirar las piernas y reacostumbrarme al peso propio de mi cuerpo. Tenía que empezar a fortalecerme, y lo mejor era hacerlo poco a poco desde lo antes posible.

Luego de otra ronda de insistencias, terminé ganando la discusión y se dispusieron a acompañarme. En un principio se trataba nada más que de un paseo sin objetivo fijo, solamente moverme hasta que mis limites me pidieran volver a descansar. Pero cuando, inevitablemente, terminé topándome con la pared de conmemoración a los reyes, me detuve.

Había pinturas de los distintos gobernantes de Arendelle por todo el castillo, pero estaba este muro en específico donde se conmemoraba a los más memorables o, inclusive, los más recientes. Luego de sopesar lo que sabía que me estaba por encontrar, continué caminando con pasos lentos. Paseando mi mirada por cada uno de estos, desde pinturas con familiares antiquísimos hasta pinturas de Anna y de mí... Justo antes de nuestros cuadros, se encontraban los de mis padres, y ya sabía que más adelante existía otro con nuestra familia de cuatro.

Fue en la pintura de mis padres, Agnarr e Iduna, que me detuve por completo. Por respeto a mis pensamientos y mi privacidad, las dos chicas que me acompañaban aguardaron a cierta distancia. Pero era poco perspicaz de su respetuoso gesto, todo de mí se encontraba enfocada completamente en sus rostros. 


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Lucían tan jóvenes, y es que así lo eran cuando fueron retratados. Esa pintura la habían hecho poco tiempo después de su matrimonio, ni siquiera yo había nacido. Llevar el abrigo de mi madre cubriendo mis hombros se me hacía muy extraño ahora mismo, viendo su rostro que jamás me volvería a dedicar una mirada. Era reconfortante porque ese abrigo me provocaba como si volviera a sentir con contacto, y a veces casi podía jurar que este aún yacía impregnado con su perfume...

No me había dado cuenta hasta ahora, luego de haber perdido mis poderes y por ende el color pálido de mi cabello, de la apariencia tan similar que compartía con mi madre. Si tuviera un espejo ahora mismo a mi lado, trataría de encontrar las diferencias entre ambas, como si tratara de uno de esos juegos infantiles. Pero aún sin necesidad de este, sabía que difícilmente encontraría diferencias entre ambas. No sabía distinguir si este nuevo conocimiento era también reconfortante, o abrumador... 

Frozen & BurnedWhere stories live. Discover now