39° Capítulo:

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Todo es perfecto, y no me doy cuenta hasta más tarde de que es, en efecto, demasiado perfecto.

No sé qué estamos festejando, pero algo importante está pasando en Arendelle. De tal magnitud que se celebra con una enorme fiesta, en donde todo el reino participa. Con Kristoff y Anna nos encontramos charlando, riendo sin ningún tipo de preocupación. Es como si nada hubiera ocurrido en el pasado, o como si este hubiera sido totalmente perdonado y olvidado. Es realmente... más de lo que podría siquiera desear.

No es hasta que escucho su voz llamándome, que noto la ausencia de Elsa. Me disculpo con mis acompañantes y trato de seguir el recorrido de su voz. Camino hasta que el bullicio de la fiesta pasa a ser un sonido lejano, me encuentro solo cerca del puerto. Ella sigue llamándome.

Repentinamente el día se vuelve noche, y el cielo descubierto se transforma en una tormenta cerrada. Lo único que logro escuchar es el enrabiado descontrol del oleaje, el repentino diluvio me moja de pies a cabeza en apenas segundos y tengo que sujetarme a mí mismo para evitar que mi abrigo sea arrastrado por la ventisca.

Y entonces, no sé cómo lo logro, vuelvo a escuchar la voz de Elsa. Lo noto, sé que está detrás de mí. Solo que cuando volteo no es la escena que esperaba encontrar, su cuerpo pálido y sanguinolento yace en el suelo. Sus ojos, que puedo notar lucha por mantener abiertos, se posan en mí buscando ayuda.

Corro la corta distancia que nos separa y me lanzo al suelo para sujetarla, para hacer lo que sea posible por ayudarla. No entiendo qué le ha ocurrido, no puedo recordar la situación que la podría haber llevado a ese estado. Lo único que sé, al instante en que rodeo su cuerpo con mis brazos, es que tengo la responsabilidad de lo que ha ocurrido...


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Al día siguiente mi ánimo ya se encuentra muchísimo mejor, charlamos con Birger y Bergljot por varias horas más, hasta que la noche dominó los cielos. Recién entonces había vuelto al castillo, donde había cenado sola. Hans no se había presentado, o había tomado la cena más temprano.

Y como la culpabilidad carcomía mi conciencia, a primera hora había propuesto a Hans ir al lago a seguir su práctica. Me había relajado escuchar su respuesta vacía de rencor, y verlo feliz ante la invitación.

Sin embargo la práctica no estaba saliendo para nada como lo planeaba, y justamente ahora se estaba dando otra escena. Dejé escapar el aire, frustrada, a sabiendas de que el entrenamiento de estaba siendo un total fracaso. Nunca antes había visto a Hans tan disperso, lograba concentrarse por apenas un momento y al siguiente ya su mirada yacía perdida en sus pensamientos.


-Hans, por favor, tienes que enfocarte –repetí por... no lo sé, ¿décima vez? en tan sólo la mañana.

Frozen & BurnedWhere stories live. Discover now