10° Capítulo:

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Dormitaba tranquilamente en la comodidad de mi cama, envuelta por el silencio de la mañana hasta que llegó Anna con su usual energía. Escuché las puertas de mi habitación abrirse repentinamente y la voz de mi hermana hablándome, en contestación me volteé sobre mi costado y cubri mi cabeza con una de las almohadas.

Era muy temprano para esto, sin embargo mi hermana estaba más empecinada en que me despertara, de lo que yo estaba en seguir disfrutando de una perfecta mañana para dormir. Ambas tironeamos unos segundos de la almohada, con la que segundos antes había tapado mi rostro, y con un último tirón me la arrancó de las manos. Ella ya estaba ganando esa batalla matutina cuando puso fin a todo abriendo las cortinas de par en par, logrando que un rayo de luz me golpeara directamente el rostro.

-Annaaa... -solté su nombre en medio de un quejido- ¿Por qué siempre tienes que despertarme así?

-Porque, si no, seguirás durmiendo y hay muchas cosas que quiero hacer hoy –Escuchaba como metía sus manos en mi ropero, dando todo vuelta- Así que tomaremos el desayuno temprano y luego nos uniremos al entrenamiento de los guardias. Kristoff ya me ha dado algunas lecciones antes, pero tú nunca lo has hecho y quiero que lo hagas.

-Ugh –contesté a la vez que dejaba caer mis manos a los costados, sin dejar de mirar el techo en un solo momento- no sé si recuerdas, pero tengo mi magia –para enfatizar esto creé una bola de nieve en mi mano derecha, haciendo que esta se dirigiera a la espalda de mi hermana. La escuché pegar un grito del susto, para luego sentir su mirada clavada en mí tratando de no reírse y parecer enojada- y no necesito ese tipo de entrenamiento. Usar una espada o un hacha, no son mi estilo, aunque admito que no me vendría mal un entrenamiento con mis poderes.

-No, –contestó ella a la vez que dejaba caer una bola de ropa sobre mi rostro, sacándonos una risa a ambas- nada de eso. Hoy será un entrenamiento convencional, –sentí como el colchón se hundía, intuyendo que ella se había sentado a mi lado- Elsa, no puedes depender solo de tu magia. Sí, es fantástica y muy poderosa, pero llegará un día en que necesitarás más que eso y debes estar preparada para ese momento.

Mientras retiraba la ropa de mi rostro, poniéndola a mi costado estirada y lista para usar, me acomodé en mi lugar sentándome. Ésta era ropa que usualmente vestía para cabalgar, no era una mala elección, era cómoda y podía moverme libremente con ella.

-Está bien –dije sonriéndole y abriendo mis brazos invitándola a darme un abrazo matutino. Anna se tiró encima mío y me abrazó como sólo ella sabía hacer, cuando volvimos a separarnos aproveché el impulso para librarme de las sábanas- me prepararé y te acompaño en un momento en el comedor –ella negó con la cabeza.

-Te espero del otro lado de la puerta y bajemos juntas.

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Luego de un desayuno que traté fuera ligero, no sucedió lo mismo con Anna, estaba lista para salir de mi rutina normal de estos años. Nunca se me habría ocurrido acompañar a mis guardias en su entrenamiento, y es que no era algo usual visto en reyes menos todavía que decir en reinas. Pero la idea de hacer algo nuevo me emocionada, y se notaba en mi buen humor mientras íbamos con mi hermana hacia el patio donde realizaban estas prácticas.

Caminábamos tomadas del brazo cuando cruzamos las puertas hacia donde todos estaban reunidos, al vernos allí hicieron la correspondiente reverencia y continuaron con lo suyo. De entre el gentío vimos aparecer a Kristoff, que se nos acercaba sonriente.

-¿Preparadas para sudar? –dijo él una vez que llegó con nosotras, Anna se despegó de mi para darle su correspondiente beso.

-Siempre –dijo ella, era fácil de decir para alguien que solía aventurarse, correr y bailar constantemente.

Frozen & BurnedHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin