71° Capítulo:

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Esa mañana me terminé despertando antes de la salida del sol, había tenido otro pequeño recuerdo de mi vida antes de Arendelle entre mis sueños. Y eso me había terminado reteniendo de volver a conciliar el sueño, por lo que había tomado la decisión de salir de la habitación, asegurándome de no despertar a Elsa en el trascurso.

Había tomado un pequeño desayuno, paseado por los alrededores de un reino que recién daba inicios a su día y, finalmente, había terminado cayendo a esta habitación. Desde que me había recuperado de mis heridas habían preparado una amplia habitación en desuso para que pudiera retomar mis entrenamientos, de esa manera me aseguraba que ningún curioso se acercara demasiado a mi fuego, y podía encontrarme en la mayor comodidad con mi propia piel.

Aun así, a pesar de que el entrenamiento causaba unos ciertos tirones de dolor en mis cicatrices, no había logrado sacar las imágenes de la noche de mi cabeza... De igual modo no creía que nunca lo pudiera hacer, podía prácticamente asegurar que mi vida en las Islas del Sur me atormentaría por el resto de mis días. Algunos días más y, con suerte, algunos días menos. Pero esos golpes, heridas y traumas nunca se desvanecerían del todo; no, por lo menos, cuando podía sentir tan vívidamente las imágenes que reproducía mi mente. 


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Ahora que ya no me veía imposibilitado, ni que decir dolorido, a causa de la principal herida de mi hombro podía buscar reenfocar esas emociones de otra manera. Usarlas como fuente y para controlar mejor mis poderes, desarrollar e investigar los límites de mi magia estando bajo distintos estados de ánimo.

Con suerte jamás tendría que volver a depender de mi fuego para defendernos, pero en el caso de que en algún momento fuera necesario, tenía que aprender a controlarme bajo situaciones completamente diferentes. Ya sabía de sobra que mi principal debilidad era mi propia manera de procesar los sentimientos en momentos estresantes, así que de ser posible reduciría ese factor al menor riesgo posible.

Tratando de enfocar esa tristeza y resentimiento como mecha para las llamas en mis manos, retomé mi entrenamiento. Constantemente controlando mis respiraciones y tratando de hacer oídos sordos a cualquier sonido ambiente que pudiera distraerme de lo único importante en este momento, cuánta magia permitía que escapara de cada uno de mis poros. Cerrando los ojos me concentré en mis manos, casi viendo el fuego a través de éstas... 


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Frozen & BurnedWhere stories live. Discover now