35° Capítulo:

367 46 12
                                    

Todavía íbamos entre carcajadas cuando volvimos a atravesar las puertas principales del castillo. Guiados como era usual por Bergljot, casi parecía como si se viera obligada a no abandonar nuestro lado nunca, luego de pasar el resto de la tarde sintiéndonos como dos personas normales. Casi podíamos pasar por alto a todas las criaturas que nos cruzábamos constantemente, éramos sólo Hans y yo.

Un hechizo que se rompió en el mismo momento en que volvimos a escuchar la voz proveniente de encima de las escaleras. Hulda nos observaba desde arriba, dando casi pequeños saltitos de alegría por volver a vernos. Aunque también me encontraba ansiosa por saber todo de ella y de lo que había ocurrido en los últimos años, su aspecto me era aún motivo de escalofríos.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


-Espero que hayan disfrutado del lago –comenzó la conversación Hulda, a medida que terminaba de bajar las escaleras.

-Es verdaderamente hermoso, cuando estuve aquí no tuve demasiado tiempo para conocer los alrededores y no puedo creer que no haya podido disfrutar de este antes –contesté una vez que hubo llegado a nuestro lado- Gracias por la recomendación.

-No hay de qué –dijo, agregando un leve gesto de asentimiento con su cabeza- Ahora, si me aceptan la invitación, me gustaría que me acompañaran. Creo que es momento de solventar todas sus dudas.

-Por favor –llegó a contestar Hans, antes de que yo misma pudiera hacerlo-, no creo que hayamos sido capaces de pensar en otra cosa desde que llegamos.


Bergljot, que no se había mantenido a más de un metro de distancia de nosotros, comenzó a caminar como esperando que la siguiéramos. Mas, Hulda, en seguida la detuvo.


-No te preocupes Bergljot, yo me ocupo a partir de aquí –ella se frenó de lleno en el lugar y volteó a mirar a Hulda, extrañada- Ve a descansar o date tiempo de estar con Birger.


Sin decir nada más, y manteniéndose cabizbaja, Bergljot marchó en dirección totalmente contraria hacia donde inicialmente planeaba guiarnos. No fue hasta que ésta hubo abandonado totalmente la misma sala, en donde Hulda no le hubo sacado la vista de encima, que la conversación se retomó.


-Síganme, por favor –nos invitó Hulda-, creo que ya lo habrás notado, Elsa, pero hay varios cambios que hemos hecho con los años. Y espero que no te moleste que nos hayamos tomado esa libertad, después de todo sigue tratándose de tu castillo, pero ansío que conozcas la sala del trono –continuó diciendo, sin esperar mi respuesta, aunque fuera claro que no me molestara- Bajo mi humilde punto de vista, creo que es de las mejores adiciones.


Sólo debimos atravesar dos habitaciones más antes de llegar ante las impresionantes puertas que daban a lo que debía ser la sala del trono. Allí varias criaturas se juntaban, a la espera de su líder, para entrar también. Fueron ellos mismos los que se dispusieron a abrir las puertas para nosotros, y no fue necesario más que un corto vistazo para entender el por qué de la fascinación con esa sala.

Frozen & BurnedWhere stories live. Discover now