22° Capítulo:

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Una de las jóvenes que siempre acompañaba a Elsa había venido más temprano y había dado a mis guardias, los que se encontraban al otro lado de la puerta, un mensaje. Todavía me encontraba adormilado para ese momento pero había llegado a distinguir la conversación y los pasos de ésta al marcharse. Luego del encuentro con Elsa, a pesar de esa situación misteriosa, había podido conciliar el sueño con facilidad y había conseguido dormir de maravilla. Sin embargo, no podía evitar el querer cubrirme con las sábanas tapándome hasta la cabeza, voltear y seguir durmiendo. Pero sabía que tan sólo me quedaban unos segundos más de reposo.

Cuando los guardias tocaron la puerta para avisarme, supe que no tenía más que hacer. Refunfuñando, y avisándoles de que ya comenzaba a prepararme, me senté en la cama y pase mi mano por mi rostro. Me di esos segundos de paz, para luego levantarme y comenzar definitivamente mi día. Tan sólo un corto momento fue necesario para que estuviera totalmente preparado y, cuando así fue, me encontré saliendo del dormitorio para encontrarme con los mismos hombres de todas las mañanas.


-Su majestad ha requerido su presencia en la alcoba real, de inmediato –dijo uno de estos.

-Entendido, muchas gracias y em... buenos días –contesté haciendo un leve saludo a ambos.


Ninguno respondió pero, en cierto modo, la relación con aquellos que habían sido asignados a ser mis guardias había cambiado desde el principio. Alguna que otra vez nos habíamos encontrado compartiendo alguna broma, aunque una vez que se daban cuenta del hecho, volvían a ponerse firmes y fríos. Será cuestión de tiempo.

Ambos iniciaron el camino y les seguí el paso. Era sumamente extraño, y podía ser malinterpretado por otros, el hecho de ser citado en la habitación de la reina, pero Elsa sabrá lo que hace. Me daba pena admitirlo, pero la verdad es que ya sabía de memoria el recorrido hasta sus aposentos. Y fácilmente podía distinguir cuando ya estábamos cerca, de hecho justo a la vuelta de la esquina nos encontraríamos con sus puertas. Donde, en el pasillo, se encontraban otros dos guardias que las resguardaban.


El silencio era extrañamente abismal pero entonces, de un momento a otro y cuando ya estábamos a tan sólo unos pasos de su encuentro, se empezaron a escuchar gritos y cosas que caían o eran tiradas. Dentro de ese dormitorio sucedía algo claramente anormal, pero parecía ser el único al que esa situación le extrañaba ya que ninguno de los guardias pareció inmutarse.

Fue entonces que vi a ambas jóvenes, las que siempre acompañaban a Elsa, salir con rapidez de la habitación. Querían aparentar seriedad más dejaban ver que sólo deseaban reír a carcajadas y cuchichear. No entendía nada de esa situación y fue todavía aún más desconcertante cuando atravesé las puertas hacia dentro del dormitorio.


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La imagen era extrañamente hermosa y caótica. Elsa se encontraba parada, con total tranquilidad y con una pequeña sonrisa socarrona grabada en el rostro, en medio de la habitación mientras que todo su alrededor era una explosión de telas desordenadas y desparramadas por doquier. Entonces noté que no nos encontrábamos solos, Elsa tenía su mirada clavada en frente, donde se encontraba su hermana. Y ésta parecía encontrarse en medio de un ataque de ira o incluso de histeria, pateando y tirando rollos de tela demostrando una clara exasperación.

Frozen & BurnedWhere stories live. Discover now