38° Capítulo:

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La angustia aprieta mis cuerdas vocales, ese es el único motivo por el cual no me encuentro gritando en el mismo momento en que abro los ojos. La calma en la habitación contrasta enormemente con mi respiración agitada, lo único que logro escuchar es el pitido en mis oídos; aunque sé que, de igual modo, en la cerrada noche de esta madrugada poco lograría escuchar.

Mientras lucho por estabilizar mi ritmo cardiaco, soy consciente de las pesadas gotas de sudor que bajan por mi frente. No recuerdo la última vez en que tuve una pesadilla que me dejara en tal mal estado, y eso que no solía tener muchas noches de sueños tranquilos.

Con cada pestañeo que doy pareciera transportarme de nuevo, por apenas ese milisegundo, a aquel terrible sueño del que acabo de escapar. Vuelvo a pensar en mis manos machadas con la sangre de Elsa y la piel se me eriza. Sé que en la actualidad no podría ser capaz de llevar tal acto atroz contra ella, pero así y todo se sintió tan real... ¿O solo trataba de engañarme a mí mismo? No. Mismo Anna me lo ha dicho, no soy el mismo hombre de hace cinco años... No lo soy, ¿No?...


Tomo la cabeza entre mis manos, a la vez que practico una vez más las respiraciones que Elsa me ha impulsado tantas veces a controlar. Pero ahora mismo no sé hasta qué punto es una buena práctica, el mantener los ojos cerrados es realmente contraproducente cuando esas imágenes se vuelven a reproducir en la oscuridad.


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Me veo a mí mismo, hace media década, volviendo de este mismo castillo, con Elsa inconsciente, hacia Arendelle... aunque en mi sueño no se encontraba realmente consciente... sino más bien... muerta... Basta, ¡basta! No puedo seguir permitiendo a mi mente hundirse más y más profundo en esa terrible pesadilla, no es real. Elsa está perfectamente bien en su cama, durmiendo plácidamente... De repente tengo las ansias de asegurarme de que eso sea real también, que se encuentra bien...


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Luego de la terrible noche, claramente no pude seguir durmiendo. Cuando Bergljot llegó a mi dormitorio a despertarme y acompañarme a tomar el desayuno, yo ya llevaba varias horas preparada. No tenía demasiadas ganas de socializar ni bien hube despertado de la pesadilla, de lo contrario hubiera vuelto a acompañar a Hulda a su caminata de vigilancia.

Antes de abrir la puerta hacia el pasillo, apoyé mi frente en la puerta y me preparé para enfrentarme al hecho de encontrarme con su rostro. Claramente Hans no tenía la culpa de mis sueños, pero no tenía demasiadas ganas de tener que cruzarme con él ahora mismo. Por lo mismo suspiré aliviada al encontrarme que, del otro lado de la puerta, solo se encontraba Bergljot.


-Buenos días, su majes... -al ver mi gesto de desaprobación, se frenó sola y corrigió inmediatamente-, Elsa. Espero que hayas descansado bien esta noche.

Frozen & BurnedWhere stories live. Discover now