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La sonrisa de Haru seguía intacta, hasta que pudo llegar a la entrada de su casa, en medio de sacar sus zapatos para colocar en su lugar sus pantuflas, sin dejar de lado su bolsa con sus compras en una de sus manos

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La sonrisa de Haru seguía intacta, hasta que pudo llegar a la entrada de su casa, en medio de sacar sus zapatos para colocar en su lugar sus pantuflas, sin dejar de lado su bolsa con sus compras en una de sus manos.

Aquellos niños que había conocido habían llenado de amor en su corazón, más de lo que tenía. Aunque Yuuta era muy hablador no le era exasperante y le parecía divertido, no obstante aún si había destacado sobre sus pecas, en ningún momento dijo algo malo sobre ellas, ni siquiera lo nombró de nuevo.

¡Además, le había dicho que era genial! ¡Alguien como él era genial! Aquello lo hizo el adolescente más feliz del mundo, quiso abrazar con dulzura aquel peliverde, pero se aguantó como pudo.

También estaba el otro, su amigo, uno mucho más callado y calmado—ni siquiera estaba seguro si había hablado en todo su recorrido—. No se había fijado en su cabello por la gorra negra que tenía puesta, pero sino mal recordaba había visto unos mechones rosados sobresalir.

Oh, ahora mismo está deseando con todas sus fuerzas de volver a verlo para confirmar su duda, además de que ese era su color favorito, lo adoraba porque le recordaba a las mejillas de su madre.

Aún así, ese pequeño era igual de agradable que Yuuta, de distinta forma. Estaba seguro de que aunque estuvieran solos, no estarían aburridos. Sus pequeñas manos eran cálidas y suaves, a diferencia de las suyas. También de que ese chico había compartido de su pastel con él, suponía que había visto su rostro de decepción ante esa llamada.

Esa llamada...

Sus partidos labios dejaron de tirar hacia arriba, teniendo ya un rostro sereno como solía acostumbrar hace unos meses atrás. La voz de su madre retumba en su cabeza, como si fuera una cinta rayada, sin dejar de hablar.

"Haru, tu padre no estará aquí para mi cumpleaños, es su trabajo, ya sabes... Lo lamento"

Estaba dolido, obviamente, sentía su corazón pesado y su optimismo había sido tirado a la basura, pero no era por eso que se encontraba así.

¿Por qué su madre se disculpaba? Se supone que ella es la cumpleañera, él debería de pedirle disculpas. Se sentía como si fuera el más dolido aunque también estaba su progenitora sintiendo el mismo vacío, tan grande y difícil de llenar.

Ugh...

Se tambaleó un poco al pisar mal, soltó un suspiro para forzar una sonrisa para su madre, ahora ya teniendo el cuidado sobre sus pies. Caminó en silencio sobre el pasillo principal, girando a un lado al escuchar unos servicios de la cocina, seguramente era Yuo, la única mujer de la casa.

Asomó su cabeza lentamente, confirmando que esos sonidos provenían de ella. Su espalda era pequeña, puesto que ella misma era alguien de baja estatura teniendo en cuenta su edad—aún así, medía lo mismo que Haru—, sus hombros se movían acorde sus brazos que buscaban unos boul de plástico. Y ahora que se daba cuenta, ella tarareaba la melodía que solía darle todas las noches cuando él era niño.

© Constelaciones [ Saiki K ] Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin