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Su cara se sentía roja, su corazón golpeaba fuertemente contra su caja torácica e inevitablemente sentía que sus brazos iban a perder su fuerza

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Su cara se sentía roja, su corazón golpeaba fuertemente contra su caja torácica e inevitablemente sentía que sus brazos iban a perder su fuerza. Desvía su dorada mirada a otro lugar en donde se encontraban ambos, sus piernas se encontraban alrededor de la cintura del contrario, quien tenía sus brazos desnudos alrededor de sus pecosos muslos cubiertos con su pantalón de mezcliya.

Mierda, mierda, mierda. ¿Cómo pasó esto?

Se supone que debía tener un día calmado, como estaba acostumbrado los fines de semana junto a su madre. Solamente tuvo que salir de casa a mitad del día por el pedido de su progenitora para preparar el almuerzo. Simplemente debía ir a la tienda más cercana, comprar los condimentos y volver a su hogar para estar fuera de la vista de todos; como debía ser desde el principio.

Pero, como suponía, ese día tampoco iba a estar de su lado. A este punto no sabía en qué punto iba a llegar su paciencia y vergüenza.

Había iniciado bien y estaba a unas calles de volver a su casa, pero no se esperaba que de la nada, una chica peliverde pasara a un costado de él, desencadenando mala suerte, una tras otra, algo cuestionable. Ella había chocado con un gigantón que, de una manera tosca, la amenazó y trató de empujarla.

Bueno, Haru no era fuerte, ni siquiera quería involucrarse en la escena, pero no pudo irse aunque lo deseara con todas sus fuerzas, solamente juntó el suficiente valor como para colocarse frente a la chica y recibir el empujón en vez de ella. Quizá así el chico se aburriría y se iría de ahí.

Mala suerte, no pasó, aquél empujón había sido más profundo y abrupto de lo que había imaginado desde un principio. El golpe fue tan fuerte que causó que tropezara unos pasos hacia atrás, dejando sus compras caer por haber tropezado con una cáscara de banana.

¿Cáscara de banana? ¿Qué hacía estando eso ahí tirado? ¿Cuánta mala suerte iba a tener?

Por lo menos se había cruzado alguien de la misma academia que él, ahuyentó al sujeto y lo ayudó a pararse. Mientras tanto la chica—por cómo se presentó recuerda que su nombre era Hii Suzumiya—solamente daba reverencias hacia ambos y pedía disculpas y agradecimientos por haberla ayudado.

El contrario solamente le sonrió y le pidió que tuviera más cuidado, también le ofreció llevarla a su casa para su seguridad, pero Hii de manera amable declinó su oferta, diciendo que tenía algo que hacer; no hablaron más y solamente se despidieron.

Haru también le agradeció, a punto de irse a su hogar hasta que sintió una punzada en su tobillo, seguramente por la caída. Bueno, debía esperar a que el dolor se desvaneciera para poder irse de ahí.

Se supone que debía ser así.

Pero no esperó que estuviera siendo cargado al segundo de quejarse del dolor. Quiso decirle que estaba bien, pero la amabilidad del contrario lo hizo callarse y decirle su dirección, para que lo dejara junto a su madre y no preocuparla.

© Constelaciones [ Saiki K ] Where stories live. Discover now