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El cielo tenía un color rojizo, que se combinaba sutilmente con los tonos dorados, las pocas nubes se encontraban esparcidas estratégicamente ante tal manto del cielo tranquilizante

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El cielo tenía un color rojizo, que se combinaba sutilmente con los tonos dorados, las pocas nubes se encontraban esparcidas estratégicamente ante tal manto del cielo tranquilizante. Una sutil sonrisa se plantó en sus delgados labios secos. La vista era espectacular.

Bajó su mirada hacia sus manos, llenas de pecas esparcidas en su blanquecina piel.

Que sucio...

— ¿Haru, cariño?— Alzó la cabeza para conectar su mirada con la de su madre, que se encontraba en el umbral de la puerta de su cuarto. Lo miraba con tanto cariño que sintió su pecho entrar en calor.— Ven, vamos a almorzar.

— Ah, sí, ahora mismo bajo...—Susurró, su madre asintió al escucharlo. La vio retrocediendo para cerrar la puerta.— Mamá.— La mujer detuvo su acción, atenta a su hijo.

— ¿Si cariño?

— ¿Papá va a comer con nosotros?

La sonrisa de su progenitora se deformó a una mueca, tratando de mantenerla. Suspiró rendida, negando su pregunta con un movimiento de cabeza. Sin dejar de mirar los dorados ojos del contrario.

— Lo siento, no pudo venir. Está en una junta...

— No, ya no importa.— La cortó, tratando de no ser descortés con la mayor.— Supongo que volveremos a comer solos. Está bien.

La habitación quedó en silencio por unos segundos. Observó a su madre pensativa, mientras cerraba la puerta de su cuarto, dejándolo nuevamente solo. Rascó su cuello estresado, no tuvo que comportarse así; no debía.

Se levantó de su cama, que se encontraba al lado de la ventana abierta—estuvo observando el ocaso por minutos—. Se estiró, dejando escapar un suspiro. Caminó hacia su puerta para abrirla y bajar al comedor, siendo esperado por su madre.

— Ah, mamá, lamento lo de antes...— Fue lo primero que dijo antes de sentarse frente a ella, tomado el tenedor entre sus manos.— No fue mi intención decir eso, lo siento si te llegué a lastimar. Soy consciente de lo mucho que extrañas a papá.

— No te preocupes, no me lastimaste, solo... solamente estaba pensando en unas cosas.— Contestó, sonriendo al pecoso con amor.— Así que no te sientas mal.— Dijo antes de degustar su comida. Haru la miró en silencio.

— Sabes que puedes comer aun si no estoy aquí.— Comenzó un tema de conversación.— Puedo comer después, no es tu obligación.

— ¿Por qué no? Es mejor comer en compañía, la comida tiene mejor sabor cuando la comes con la persona que quieres.

Un sonrojo sutil se instaló en las mejillas del peli negro, avergonzado de las palabras de su madre. Desvió la mirada hacia su plato, empezando a comer.

— ¿Y?— La volvió a mirar.— ¿Has hecho amigos...? No me cuentas como te ha ido en la escuela.

— Uhm, la verdad no me interesa.— Le contestó sincero, tomando un trago de su jugo.— Además, ya todos tienen su grupo de amigos. No quiero involucrarme en uno.

— ¿En serio? ¿Y no hay nadie que te hable en la escuela?

La imagen de Mera hizo presencia en su cabeza.

— Mamá, no tengo ganas de hablar de eso. Por favor.

— A-Ah, lo lamento.— Se disculpó, volviendo al silencio.

Aquella chica siempre le tenía un tema de conversación—aunque siempre era de comida, no tenía otro tema más interesante—. No importaba cuantas veces tratara de evitarla, siempre se la encontraba en los pasillos. Y en la cafetería que más podía pedir.

¿Por qué siempre quería entablar una conversación con él? Solamente la saludaba por cortesía, pero ella solía alargar sus saludos. Hubo un tiempo en que dejó de devolverle sus "buenos días". El resultado no fue bueno; ella lloró.

No le gustaba ver a las chicas llorar. Así que volvió como en el principio.

Dejó que se acercara a él, tanto en las clases como en la cafetería. Mera era insistente. Pero no pensó que era una molestia, después de todo, era la única que le hablaba. Y ni siquiera destacó sus pecas; en el fondo estaba agradecido por ello.

Sonrió levemente. Quizá su madre tenía razón en lo que dijo sobre la comida. Cuando se encuentra en la cafetería Mami, el café suele saber mejor que en casa. No estaba seguro de que quería a Mera—no de manera romántica—, pero desde que empezó a estar ahí, siente que su corazón está cálido.

Siempre sintió una mirada en su persona, pero nunca paró para encontrarla; después de todo, estaba seguro que era aquella chica camarera.

Además, si no fuera ella, ¿quien sería? Era la única persona que conocía en aquel lugar.

Además, si no fuera ella, ¿quien sería? Era la única persona que conocía en aquel lugar

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Hola, aquí yo tarde como siempre. 💜

Actualizando a las una y media de la mañana, siempre.

Pensaba hacer un capítulo dedicado a Haru, ya que siempre está en la perspectiva de Saiki. Quiero que conozcan más al personaje, en futuros capítulos lo conocerán todavía más. 💜

Espero que les haya gustado el capítulo. Duerman bien, love yourself. 💜

© Constelaciones [ Saiki K ] Where stories live. Discover now