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Se supone que no debería estar haciendo esto, y que debió haber aprendido la lección la última vez que utilizó sus poderes psíquicos como un gran beneficio para él

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Se supone que no debería estar haciendo esto, y que debió haber aprendido la lección la última vez que utilizó sus poderes psíquicos como un gran beneficio para él.

Su falda al igual que su cabello rosa pálido se movieron al compás del viento, era un viernes por la tarde luego de clases después de todo, sino fuera por ello no tendría puesto esa corta falda en él. Apretó más su bolso escolar mientras se encaminaba a la tienda de dulces y postres. Dentro de la política de ésta, los hombres no eran aceptados y solamente las chicas tenían la posibilidad de probar de sus delicias. Y él, siendo el psíquico que era, nuevamente usó de sus poderes para cambiar su sexo y ser una chica para poder entrar.

Sabía que esto estaba mal, que la vez pasada tuvo la mala suerte de encontrarse con Teruhashi, Mera y Yumehara y con ello había desatado un malentendido que debía estar en pie para no delatar sus poderes—además de que no pudo comer más porque Chisato se había comido todo—. Pero ahora la situación era distinta, como había pasado los meses suficientes la tienda ya no era la octava maravilla del mundo, así que la extensa fila que una vez estuvo ya no se encontraba, y simplemente se entraba y salía del lugar como una más del montón, para su suerte.

"No estoy beneficiándome con mis poderes, esto es una situación fuera de eso". Y nuevamente negaba a sus adentros la obviedad del momento, porque él sí se estaba beneficiando.

Al entrar una inevitable sonrisa de fascinación se hizo presente en sus rasgos, la tienda aún mantenía esas delicias con todo el cuidado y preparación que le encantaba. Observaba maravillado el lugar, esto era un paraíso para él. Suspiró mientras apagaba su sonrisa, solo un poco.

Ahora no iba a tener la mala suerte de la otra vez, e iba a comer todas las delicias que su dinero podría dar. Volvió a caminar para poder sentarse en uno de sus asientos y pedir algo distinto a lo de siempre.

Hasta que sintió unos brazos en abrazando el suyo propio.

— ¿Kuriko-chan? — Volteó lentamente la cabeza, como si tratara de negarse lo que estaba ocurriendo ahora mismo. Al lado de él se encontraba la brillante Kokomi, quien tenía una sonrisa avergonzada en su perfecto rostro.— ¡Oh, sabía que eras tú! Que suerte de no haberme equivocado.— Soltó unas risas.

"Santo cielo, esto se convirtió en un infierno en menos de un segundo..."

Maldición, estuvo tan centrado y feliz de esos postres que no se había dado cuenta de la presencia de la fémina. Pareciera que Dios realmente amaba a esa chica con cabellos azules para que los juntara sea como sea.

No pudo evitar a que Teruhashi se separara de él, es más parecía que al saber que era, para sus pensamientos, la hermana de su querido Kusuo, abrazaba aún más su brazo. Se abstuvo de suspirar, puede que esto sea su karma al no haber aprendido la lección.

Ambos se sentaron y pidieron lo suyo, Kokomi hablaba felizmente sobre su día y trataba de que también hablara de su día. La buena suerte que pudo sacar de esta situación es que la peliazul no se encontraba acompañada con las otras dos chicas de la última vez, Chiyo quizá estuviera en una de sus dietas fallidas y Mera trabajando o estando con Haru, una de las dos.

© Constelaciones [ Saiki K ] Where stories live. Discover now