© Constelaciones [ Saiki K ]

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Esto no podría estar pasando.

Kaido sentía que sus piernas iban a dejar de funcionar, sus manos empezaban a sudar al igual que su rostro, a este punto sus vendajes que rodeaban sus dedos y palmas se encontraban mojadas. Estaba a casi nada de llorar y en serio no quería hacerlo. Lo único que quería era escapar e irse directamente a su casa, al diablo con Nendou y su ramen, ni siquiera lo había esperado en la salida de la escuela cuando se le había olvidado su libro en la sala. Ni siquiera Saiki y Aren habían esperado por él.

Y ahora por llegar tarde y estar en el momento equivocado, se encontraba en esta situación.

— ¡Hey mocoso! ¿¡Ni siquiera vas a contestar!?

Chilló cuando lo acorralaron aún más en la pared. Empezó a sudar aún más cuando el rostro del vándalo se acercaba al suyo. Negaba con la cabeza con desesperación. Tenía demasiado miedo como para hablar. Habían alrededor de tres chicos cerca y para rematar todos eran gigantes.

Y él, alguien pequeño, cosa que lo hacían ver aún más grandes.

"¡Estúpido Nendou, todo es tu culpa! ¡Si no fuera que me hayan esperado nada de esto me estaría pasando ahora!" Gritó en sus adentros.

Un manotazo que pasó a un costado rostro lo había sacado de su burbuja. Si cuerpo empezó a dar espasmos por lo aterrador que eran sus caras.

— Parece que tiene demasiado miedo como para hablar.— Soltó uno, causando que los otros dos se echaran a reír delante de sus narices. Su rostro se puso rojo al instante por la humillación.— Esto será rápido, si nos pasas tu dinero te dejaremos tranquilo ¿Vale?

"Está bien, está bien. Ahora que no está Saiki como la otra vez, podré pasarle mi dinero sin ningún inconveniente" Se dijo para tranquilizarse. Buscó entre los bolsillos de sus pantalones y encontrar la maldita billetera. "Esto será rápi-..."

— ¿Kaido-kun? — La voz exaltada de la fémina lo detuvo, giró su cabeza para encontrarse a unos metros a Mera junto a otro chico más. No lo conocía en lo absoluto. Pero ella tenía su brazo entrelazado con la de él. Pestañó varias veces para confirmar lo que estaba viendo y que no era una de sus vívidas fantasías.

"¿¡MERA-SAN!? ¿¡Qué haces aquí, no ves que estoy en una situación fatal!? ¡Vete antes de que te incluyan también en esto!" Maldijo a sus adentros, podía sentir la capa de sudor en todo su rostro.

— Miren quien está aquí. Parece que se conocen ustedes tres.— Casi suelta otro chillido cuando uno habló, quiso hacer unas señas a la pelirroja para que captara la situación e irse junto al chico.— ¡Y son de la misma escuela, qué mejor! Vengan ahora.— Lo último sonó como una orden, y lo era. Su mirada se endureció y aquello causó que Chisato se escondiera detrás del chico.