Suspiro. Sentía cierta presión en el pecho y sé que no desaparecerá hasta que tenga las llaves de mi futura casa en mis manos.

Me separo del cristal, empezaba a notar demasiado frío. Con cuidado, me agacho y abro la maleta más grande que he traído para todos estos días en New York y cojo mi ropa interior y un vestido ajustado color crema que me pondría con una chaqueta de cuero negro. Lo último que había colocado para no ponerme más nerviosa antes de ver mi futura casa.

Dejo la maleta tal y como está, seguramente no la cerraría en todos estos días. Demasiado tiempo perdido en un imposible.

***

Me miro por segunda vez en el espejo comprobando que las dos rayas negras sean lo más parecidas posible. Una vez comprobado que están como siempre que me las hago, guardo el bote del pincel del eyeliner en mi neceser.

Dejo a un lado el neceser y cojo el ondulador de pelo que ya debería estar caliente ya que, antes de ducharme, lo había enchufado.

Enrollo el primer mechón de pelo en el ondulador y, mientras espero, me miro en el espejo. No podía evitar poner caritas cuando me tocaba esperar.

Suelto el mechón de pelo y repito la misma acción con el siguiente. Esta vez, enciendo la pantalla de mi iPhone, no lo había tocado para nada desde que me había despertado.

Frunzo el ceño. En la pantalla, aparecen varias notificaciones de que Max le haya dado "Me gusta" a mis fotos en Instagram. Entro en una de las notificaciones y veo como el chico lo ha echo en mis últimas publicaciones.

Para nada me lo tomaba como una llamada de atención por su parte. El no era el típico chico que llevaba al día su cuenta de Instagram y lo cierto es que, últimamente, he subido muchas fotos nuevas.

Apago la pantalla del móvil. Sonrío. Me recordaba a todas las sesiones fotográficas que me había echo en su día por muy cansado que estuviese y, ahora mismo que estoy en New York, era imposible no recordar cada rincón de la ciudad en la que nos habíamos echo tantísimas fotos.

No quería que Max apareciese en mi mente con cada paso que de por la ciudad pero, sinceramente, necesitaba hablarle y enviarle imágenes de la que ha sido nuestra ciudad soñada.

Miro la hora en la pantalla del móvil, antes no me he fijado. Paso al siguiente mechón al ver que vamos un poco justos de tiempo.

***

Tom apoya su cabeza en mi hombro, siento como bosteza. Aprieto mis labios para no echarme a reír.

Yo también estoy sintiendo lo mismo que el.

Hemos madrugado, hemos venido corriendo hasta aquí desde que nos ha dejado el taxi para ver esta casa y tener muy claro que esta casa, no es en la que viviremos.

Tom se coloca a mi lado. Le miro por el rabillo del ojo y sonrío al ver su cara, una mezcla de "Tengo ganas de largarme de aquí", "Vamos a ser agradables con la mujer que nos está enseñando la casa y prestémosle atención" y "Me muero de sueño, vámonos de aquí."

La casa era enorme, empezando por el jardín tan grande que hay en la parte trasera de la casa y terminando por las cuatro plantes que tiene. Si algo teníamos claro desde un comienzo era que queríamos que fuese una vivienda grande pero, al mismo tiempo, acogedora. Solamente seremos dos personas viviendo en ella y si algo he evitado siempre, es la sensación de que una casa me resulte muy grande.

Sonrío a la mujer que nos explica la distribución de la cocina y cada uno de los detalles que la forman. Es una casa preciosa que, con cada zona nueva que nos enseñaba la agente inmobiliaria, más parecido tiene con mi casa de Londres. No me cabía duda alguna de que era una gran casa pero para que lo fuese para nosotros, debería estar muchísimo más cerca de la ciudad y ser mucho más pequeña.

Los Que Se Pelean ¿Se Desean?Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora