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Michael:

     Steelo aguardó sentado en la mecedora del porche con la estúpida sonrisa aquella que me moría por borrarle a tiros.

     Antes de que dijera nada el potente bramido de los escapes llamaron mi atención. Estaba de un maldito humor de perros cuando apareció el jefe escoltado por Bear y Sniffer.

— Creo que éste asunto deberíamos tratarlo en un sitio neutral con pocos oídos— afirmó aparcando delante de mí.

— Voy por mi chalequillo. Esperadme en el garaje. Caroline está en casa.

— Mándala con las chicas a dar una vuelta— sugirió Bear con la mejor de sus intenciones.

     Por la forma en que sonrió Steelo supe que el cabronazo ya lo habría publicado con señales en el cielo y todo. Lo miré a punto de soltar la hostia y Sniffer intervino salvándome de mi propia estupidez.

— ¿Qué pasa, hermano? ¿Os habéis peleado? Si lo prefieres podemos tratarlo aquí los cinco en lugar de pedir un expediente disciplinario para el que necesitaremos al resto de miembros.

— Ya lo sabéis, ¿no? Venga, vamos a acabar con esta mierda antes de que me cabree de verdad. ¿Qué coño tienes que decir al respecto? — Miré a mi padre.

     En mi campo de visión Steelo aguantaba la risa hasta que su piel se tornó completamente roja y la vena de la frente le latió peligrosamente.

— ¿Qué tengo que decir de qué? — Quiso saber él tras intercambiar miradas de extrañeza con los Bombers recién llegados.

— ¡Joder! Pues que Steelo me interrumpió cuando Caroline y yo... 

— Un momento... ¿Ibas a follar con Caroline?

      Steelo estalló en fuertes carcajadas junto con Bear, Sniffer y el jefe por la cara de idiota que se me quedó.

— ¿Steelo no te contó nada?

— Has cantado tú solito, pajarito. Te dije que iba a tener el puto pico cerrado, ¿no? 

— Pero, si parecía que lo habías soltado todo... — Lo miré horrorizado mientras los otros seguían riéndose.

— Se llama "falsa culpabilidad". Es más fácil parecer culpable que inocente. Es muy buena estrategia para arrancar confesiones. Además, realmente no había visto gran cosa. Ya estabas sentado junto a ella.

— Dedicaos los dos a los putos interrogatorios porque se os da del carajo... Bueno, el resto al lado.

— Como ¿tu polla empalmada? — Se rió Bear. Los demás le imitaron.

— ¿Qué os trae por aquí?

— Estando en Henderson— habló el jefe ya dentro del garaje—. Mencionaste que habían matado a Sweet...

— Tengo un contacto que afirmó que el propio Sweet le había contado que había descubierto algo sobre Los Bombers y que al parecer ordenaron matarlo porque era un cabo suelto.

— ¿No serán mierdas de mi madre? — El jefe me miró con cara de pocos amigos.

— Mi contacto es cosa mía. Solo puedo deciros que esa información estuvo a punto de acabar con Los Bombers. ¿Qué creéis?

— Pues que de ser cierto sería bueno investigar— terció Bear—. ¿Hay alguna pista?

— Se habla de Irlanda, pero no sé gran cosa. Sweet al parecer fue muy cuidadoso para no dejar pistas y el único que podría saber algo más es Coyote.

— Estamos jodidos entonces. Habrá que buscar por otro lado— habló el jefe—. Encárgate tú, Mike. Mantenme al tanto. Voy a hablar con el presidente nacional. Bueno, hablando de otras cosas...

— Ya sabéis dónde está la puerta— gruñí y salí del garaje.

    En cuanto se fueron subí a buscar a Caroline. Se había encerrado en su habitación. Maldije para mis adentros y me largué con la moto. Habría que esperar a que se calmara.


     Cuando regresé supe que había tenido un maldito golpe de suerte para variar. 

    El sonido de la ducha en la planta de arriba me distrajo de mi objetivo principal que era la caja aquella que Sweet Muscle había dejado hacía años consignada en un lugar del que solo había oído hablar Coyote. No creo que deba entrar en detalles de cómo me enteré yo de aquello y de cómo me hice con la caja fuerte de Sweet. Alguna ventaja tendría que tener que Coyote y yo nos pareciéramos.

     Dejé la caja dentro de una que yo tenía en el suelo en algún punto de mi casa con intención de investigar más tarde y subí las escaleras con el sigilo de un gato. A medida que me acercaba al cuarto de baño me iba despojando de las prendas que llevaba puesta. Abrí la puerta sin hacer ruidos y la dejé entornada. Desde mi posición podía verlo todo. Caroline enjabonaba su cuerpo. Lo que realmente me volvía loco era la perfección de su imperfección. Caroline era una mujer que había pasado por un aborto. Que luego había tenido un embarazo llegado a buen término como indicaban las finas líneas de las estrías del vientre. Aunque sus pechos habían visto mejores tiempos en cuanto a firmeza y todo eso, era ahora, que estaban algo caídos que se veían verdaderamente impresionantes con sus marcadas areolas de un tono tostado. Sus kilométricas piernas mostraban algunas pequeñas hendiduras llamadas celulitis o algo así. La mujer de la que me había enamorado como un niño de teta me había vuelto loco con estrías, celulitis y con sus pechos de mujer de verdad.

     Caroline salió de la ducha tarareando una canción. Si tuviera que ganarse la vida con la música la pobre iba a pasar hambre seguro. Aproveché el breve lapso en el que ella agachó la cabeza para envolver el cabello mojado en la toalla y me coloqué tras ella, justo como cuando voy a atacar mortalmente a alguien. Mis motivaciones eran otras, claro estaba. Y, aunque también iba a gritar, me aseguraría que solo fuera de placer.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó mirándome por el espejo cuando levantó la cara.

— Follarte de una jodida vez.

— Michael...

   No es que se hubiera movido tras mi aclaración, pero de haber querido no habría podido porque la había inmovilizado contra el lavabo con mi cuerpo.

     Besé su nuca tras apoyar mis manos a los lados de las suyas. Ella comenzó a arquearse hacia atrás buscando contacto físico conmigo. La coronilla de su cabeza se apoyó contra la parte de arriba de mi pectoral. La sujeté por la barbilla al girar un poco su rostro y la besé de la forma más sexual que jamás había experimentado. Ella gimió contra mis labios y enroscó su lengua con la mía demostrando la experiencia que ya sabía que tenía. Apreté sus pezones, duros como piedras. Con la otra mano dirigí mi polla entre sus piernas al sitio aquel que tanto me moría por explorar. Estaba realmente mojada. Con un certero movimiento de caderas me enterré en ella. Caroline gritó por la repentina invasión. Nos quedamos los dos muy quietos mirando nuestro reflejo en el espejo. Sus mejillas estaban ruborizadas por la excitación. Empecé a moverme, primero muy despacio y luego en círculos haciendo que ella perdiera la cabeza por completo y me pidiera aún más.

     Levanté una de sus piernas y la sujeté en mi antebrazo mientras entraba y salía a un ritmo demencial. Mis gruñidos se mezclaron con sus aullidos de placer. Se corrió gritando mi nombre y provocando el mismo efecto en mí. Nos miramos a los ojos y sonreímos. Cuando salí de ella me abrazó y la besé con ternura.

     No dijimos nada más porque no había nada más que añadir. Tomamos juntos una ducha y repetimos. Luego la ayudé a llevar sus cosas a mi armario y nos tumbamos en la cama que desde aquel momento compartiríamos.

Mommy's little manOn viuen les histories. Descobreix ara