6

160 21 14
                                    

     Ulises salió de la habitación con la maleta dando un portazo después de que acabara de forzarme nuevamente. Me metí en la ducha frotando enérgicamente hasta que la piel se me puso roja por el roce con la esponja. Apoyé la espalda contra las baldosas y me eché a llorar en silencio.

    Siempre lloraba en silencio. Había aprendido a hacerlo de niña. Cada vez que me pegaban por cualquier motivo si me escuchaban llorar la reprimenda era peor. Supongo que la vida te da las claves para sobrevivir. En los casi veinte años que duraba ya el matrimonio con Ulises había aprendido lo cruel que podía llegar a ser si se lo permitía. Mi marido era un narcisista de manual, eso estaba claro, pero también tenía algunos detalle que me recordaban a un psicópata. Era encantador y atractivo, como Ted Bundy. Tenía don de palabra como Charles Manson... Estaba atrapada, no solo por las fotos que hizo en su momento durante la fiesta motera a la que me llevó engañada. También lo estaba por mi niña. Ulises había amenazado miles de veces con hacerle daño a Noah si lo denunciaba o lo dejaba. Yo no podía hacer nada contra él. Mi marido no solo era rico y poderoso. También tenía contactos incluso en los bajos fondos.

    Me puse en pie en cuanto me encontré mejor. Cubrí mi cuerpo, el que tanto odiaba, con el albornoz y salí del enorme cuarto de baño. Entré en el vestidor. Una vez más me obligué a mirarme. Ésta vez no habían moretones en el rostro. Únicamente en los pechos y en los muslos. 

    Pensé en Sweet Muscle. Recordé con claridad aquella noche. La potencia de algunas revelaciones me dejaron sin aliento.

— Perdóname, fresita. De verdad que me obligan a hacer esto. Soy tan esclavo como tú de la vida. Te puse algo en la bebida para que jamás te despiertes con el mal recuerdo de esta noche. Ni siquiera recodarás conocerme. Lo siento, mi amor... Te juro que nunca jamás te acordarás de mí.

— ¿Por qué lo haces entonces?

— No se juega con los hombres de Hiena, fresita. Tu prometido, tu suegro y tu padre llevan mucho tiempo eludiendo responsabilidades... Perdóname. Nunca quise que esto saliera así. Yo estaba enamorado de ti.

— Y, ¿por qué nunca me lo dijiste? Sabías que las cosas no serían como lo fueron para Agatha. Nos habríamos ido del pueblo... ¡Me lo juraste!

— Yo ya estoy muerto, mi amor. Después de ésta noche ni siquiera me recordarás, pero quiero que sepas que has sido el verdadero amor de mi vida.

— Aparta, Sweet. Me toca— había dicho Hiena con malos modos.

— Espera un momento, colega. Si seguimos a este ritmo sin hidratarla nos la cargamos.

— De acuerdo. Que beba algo...


     Me estrujé los sesos tratando de recordar algo más de aquella noche. Tal y como pronosticó Sweet, la droga que me dio con la bebida había hecho bastante bien su trabajo. No recordaba nada más.

     Cerré los ojos y le agradecí mentalmente que me salvara de lo que fuera que tenían preparado para mí. Seguramente me habrían matado y enterrado en cualquier sitio. Entonces nunca habría tenido a mi hija.

     Me vestí con manos temblorosas. Iba a tumbarme para dormir y olvidarlo todo nuevamente. el móvil sonó haciendo que cambiara de planes.

— Molly me ha dicho que papá ya se ha ido.

— Sí, cariño. Se fue hace como una hora— me controlé para que mi voz no delatara mi estado de ánimo—. ¿Stearling está contigo?

— Sí, mamá. ¿Puedo llevarlo? 

— Claro, cariño. Me gustaría conocerlo.



     El corazón me latió con fuerza contra el pecho al escuchar la moto acercarse a la casa. El chico ayudó a Noah a bajar tras parar. Él se bajó a continuación y echó a andar a tiempo que colocaba un brazo sobre los hombros de mi hija.

     En cuanto lo miré a los ojos tuve más que claro que él la quería. Tenía aquel brillo en la mirada que solo puede mostrar un chico enamorado de verdad. La miraba como Sweet lo hacía conmigo cuando éramos dos adolescentes.

     Sonreí.

    Stearling era muy atractivo. Como una estrella de cine. Era alto y en el futuro sería corpulento.

    Comprendía que le gustara a Noah. Parecían hechos el uno para el otro.

    Me dio igual que él pudiera ser motero. Noah siempre estaría a salvo con él.

— Bienvenido, Stearling. Yo soy Caroline. La madre de Noah.

— Encantado de conocerla. Creí que era su hermana. Parece muy joven.

     Me eché a reír. El chico sabía hacer cumplidos, pero no noté ningún tipo de doblez en su carácter.

     Molly preparó la mesa del jardín trasero en donde comimos los tres juntos. Stearling era un chico adorable y muy educado. Pero lo era de verdad. No como Ulises que sabía fingir a la perfección para llevarse a la gente a su terreno.

    Su madre lo había tenido joven. Su padre había sido motero. No dijo de qué club. Yo evité hacer alguna indiscreción por lo que tampoco insistí en saber cuál era. Stearling tenía muy pocos recuerdos de su padre porque había muerto cuando él tenía unos cuatro años. Su padrino, Black Timberwolf, le había criado. Noah lo miró como si reconociera aquel nombre, pero no dijo nada.

     Por mi parte, yo sentí como si me hubieran dado un puñetazo en el vientre. El muchacho estaba en contacto con Sweet Muscle, quien ahora se hacía llamar Black Timberwolf.

— Estoy un poco cansada, cariño. Voy a ir a recostarme un rato. Tu padre volverá a la noche.

— Descansa, mamá. No te preocupes, nos quedaremos aquí en el jardín a hacer los deberes.

— Encantado de conocerla, señora Tautópolis. Gracias por el almuerzo. Descuide, me marcharé en cuanto acabemos los deberes. No quisiera darle problemas.

     Miré a Stearling. Algo en sus ojos me hizo comprender que se había dado cuenta de que algo no iba del todo bien con mi marido.

    Sin embargo, no dijo nada más. Tan solo asintió con la cabeza y volvió a centrarse en Noah. Yo besé la coronilla de mi hija y me despedí de los dos.

     Una parte de mí se sentía segura con aquel chico en casa. Era como si Sweet siguiera a mi lado, después de todo. 

     Tenía la certeza de que la vida de mi hija, finalmente, acabaría siendo mucho mejor que el infierno que era la mía.

Mommy's little manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora