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AVISO DEL AUTOR: A PARTIR DE ÉSTE MOMENTO MUCHAS DE LAS ESCENAS DESCRITAS SE ENTRELAZAN CON LA NOVELA "Y COMENZÓ CON UN BESO", QUE ESTÁ A LA VENTA EN AMAZON JUNTO CON LA SAGA PRINCIPAL. SI NO LAS HABÉIS LEÍDO ES POSIBLE QUE OS PERDÁIS UN POCO.

Michael:

     En palabras de Caroline Noah siempre había sido una chica enérgica y muy alegre. Al menos cuando estaban ellas dos solas. En presencia de su padre se volvía más retraída porque era testigo de los moretones con los que aparecía su madre cada vez que a ella se le ocurría contradecir a su progenitor.

     Cuando conoció a Steelo y a Timber su carácter cambió. Al menos lo suficiente como para no dejarse pisotear por nadie. Se quedó embarazada y la engañaron. Sin embargo, no se dejó morir por sus hijos.

     A fin de cuentas, ella no era la primera persona en padecer la infidelidad de su pareja, parejas en su caso, y por desgracia no sería la última.

     Sus prioridades habían cambiado ahora que sus mellizos estaban en el mundo. Tal y como la mujer que la había alumbrado a ella, Noah demostró la clase de madre que era en cada momento que pasaba con sus hijos.

     Tenerlos en casa, aunque al principio fue para mí la excusa para tener cerca a Caroline, era como una fresca brisa de primavera. Yo siempre quise ser padre por lo que los llantos a medianoche de los pequeños era como el bálsamo para sobreponerme al dolor por la pérdida de mi hija nonata.

     Noah se centró en las necesidades de sus hijos. Encontró trabajo como pediatra en un colegio privado de la zona y se dedicó a vivir... Más bien a sobrevivir. Había pasado página, pero con el corazón en el pasado.

     Comprendía que para alguien como ella no valía la excusa de "siento lo ocurrido". Para ella toda acción tiene una explicación. Y ellos no se la habían dado.

      Y, mientras no resolviera esa duda no podría pasar del todo.

     Mis días transcurrían entre el taller, el club y la casa.

     Fiel a mi promesa no había contado nada sobre ella. Mis hermanos me habían fallado en la protección a Caroline y yo me las había cobrado manteniendo a Noah en secreto.

     Claro que todo esto le había pasado factura a Steelo y a mi padre. Jack, el vicepresidente Devil, se había vuelto tan brutal que en más de una ocasión estuvo a punto de ir a la cárcel. Ellos estaban con los nervios a flor de piel. Pero, a mí no me correspondía solucionar nada de aquello.


     Noah se había vuelto más reservada de lo que ya era. Estaba taciturna la mayor parte del tiempo. Solo sonreía en presencia de sus hijos. Cuando los niños iban a la guardería o se los llevaba Caroline, ella se encerraba en su cuarto donde lloraba intentando no hacer mucho ruido.

     No estaba bien. Mi padre y Steelo no lo estaban pasando mejor. Ambos eran como una bomba, a punto de explotar en cualquier momento.


      Los peques habían cumplido ya los veintidós meses. Hablaban cada vez más. Noah lo pasaba fatal cuando oía a alguno de los dos llamarme "papá". Todos lo llevábamos como podíamos.

— Cariño— la voz de Caroline me sacó del libro que estaba leyendo. Levanté la cara y la vi, mirando a su hija—. ¿Los baño ya?

     Los pequeños se retorcían entre risas con sus albornoces. Noah asintió y subió tras ella. Acababa de llegar de su trabajo.

     Coloqué con cuidado el marcapáginas y me acabé el whisky de un trago. Me levanté y puse rumbo a la cocina. Noah bajó cuando ya tenía los platos colocados en el mueble y comenzaba a preparar el pescado.

— ¿Qué pasa, Mickey? — Preguntó visiblemente irritada.

— No me lo vas a contar nunca, ¿verdad?

— ¿Qué quieres que te cuente? Me dejaron sola en mis revisiones. Los Bombers piensan que soy la puta que se acuesta con el presidente y el ejecutor. Ambos me fueron infieles con la maldita Channel. Ahhh, y ella sí es la dama de tu padre. ¿Se me olvida algo?

— Muñeca, creo que es tiempo de sentarnos a hablar. Necesitas respuestas y no solo oír que te quieren.

      Ella me miró atenta y supe que había dado en el clavo.

     El teléfono me sonó en aquel preciso momento. El jefe convocaba misa. Llamé a un par de novatos para que se quedaran cuidando la casa. Noah había vuelto a encerrarse en la planta alta con los niños. Caroline se quedó abajo con ellos.

      Contuve la respiración al ver a mi padre. Había adelgazado una burrada de kilos. Su frondosa barba era más larga, tenía un aspecto descuidado y se veían algunos restos de sangre. Exhibía unos cuantos cortes de la última pelea en la que se hubiera metido. Daba miedo mirarlo a los ojos. Creo que a todos nos daba terror quedarnos a solas con él.

      Y encima yo era el único que sabía dónde estaba su mujer. El cabronazo me iba a matar en cuanto cantara.

— ¡Al puto grano! — Exigió nada más se cerraron las puertas de la oficina—. El maldito colega de Dog nos ha vendido. Hiena y Coyote saben de la existencia de mis hijos— contuve el aliento horrorizado. Yo seguía en contacto con mi gemelo—. Hay que encontrarlos antes de que lo hagan esos cabrones.

      El corazón me latía con tanto frenesí que comenzaba a marearme.

— Si los encontramos— tomé la palabra. Sus gélidos ojos juntos con los dementes de Steelo se clavaron en mí—. Deberíamos enviarlos con los Bombers de Australia.

— Tienes razón— concedió y yo me permití inspirar un poco—. Pero, ahora mismo no sé en quien puedo confiar además de los Devils y los Shadow.

— Las Ladies Devil han vuelto— aseguró Steelo. Su voz ronca me erizó los pelos de la espalda.

— Buena noticia. Ahora hay que encontrarlos. Dad la voz de alarma.


     Salí de la misa sin decir nada del paradero de Noah o de los niños.

     Lo primero era hacer que ella volviera a confiar en ellos y así evitar que pudiera cometer una estupidez que pusiera en juego la vida de sus hijos.

     Quizá mi padre me matara cuando se enterara de que yo tenía escondida a su familia y no lo había dicho en todos estos meses, esa era la norma. Pero, tenía que intentarlo.

Mommy's little manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora