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— Ya han llegado—dijo Caroline besando mi mejilla—. Me voy arriba.

— ¿Te apetece una ducha juntos, mami? —La piqué guiñándole un ojo—. Así los dejamos a solas un rato.

— O... Te puedes dar una ducha muy, pero que muy fresquita mientras yo cuido de mis nietos—me guiñó el ojo.

     Abrí la puerta y los vi. Sentí pena al momento por ellos pero, yo no era quién para inmiscuirme en temas de parejas.

     Noah apretó mi antebrazo tras salir de detrás de mí en búsqueda de apoyo.

— Estamos arriba si nos necesitas.

— Gracias, Mike—me dedicó su dulce sonrisa.

    

     Me detuve frente a la habitación en la que dormían su hija y sus nietos. Ella los observaba con auténtico amor.

— Deberías dejarles dormir—hablé en susurros.

— Son tan bellos.

     Sonreí y la tomé de la mano. Salimos tras comprobar las medidas de seguridad de la habitación.

— ¿Crees que lo puedan solucionar? —Preguntó mientras me tumbaba en la cama y la atraía hacia mí.

— Eso espero. Se quieren demasiado como para no intentarlo.

     La besé. Ella respondió. Me colé entre sus piernas y nos frotamos buscando placer. Hacía demasiado que no la tenía tan dura. Me hizo gruñir con su mano sorteando los pliegues de mis vaqueros en busca de mi polla palpitante. Cerré los ojos y maldije contra sus labios. Por algún motivo aquello pareció volverla más cachonda. Su mano me apretó aun más. La detuve antes de que consiguiera hacer que me corriera.

— ¿Qué crees que haces? —Preguntó cuando me incorporé ante ella para quitarme la camiseta.

— Las damas primero.

     Sonreí de medio lado con la ya legendaria chulería Hillstrandt. A Caroline le gustaba mucho lo que veía. Sus pupilas se dilataron, sus pezones se endurecieron aun más.

     La descalcé y le quité los vaqueros ajustados junto con el tanga. Me moría por taladrar su trasero redondo. Pero antes había que darle emoción al juego.

     Tan pronto como el piercing de mi lengua entró en contacto con el delicado nudo nervioso que disparaba su excitación su respiración se fue haciendo cada vez más superficial. Se estremecía y retorcía con cada pasada. Se mordió el labio cuando introduje mi lengua en su interior. Agarró con firmeza mi cabello pidiendo más. Estalló en mis labios casi al borde del desmayo. Nos miramos con esa sonrisa cómplice de los amantes mientras me limpiaba los labios, entonces tiró de mi cinturón haciendo que cayera sobre ella. Nos besamos con una dulzura que contrastaba con el ansia animal que nos impulsaba a follar.

     Me puse en pie al lado de la cama. Caroline seguía con atención el fluido movimiento de mis manos abriendo los amplios vaqueros para dejar en libertad a la polla con la que tanto parecía fantasear en aquel momento.

     Su sonrisa se ensanchó al mismo tiempo que su mano caliente me aferraba con firmeza. Se paladeó los labios golosa haciendo que por mi mente desfilaran una gran cantidad de imágenes bastante guarras, he de admitir.

— ¿Mucho para ti? —Me reí al ver su indecisión.

     Ella no dijo nada, me sonrió y volvió de donde coño hubiera viajado su mente en aquel momento.

     Cerré los ojos cuando su lengua empezó a recorrer mi piel siguiendo la senda de las venas que la surcaban. Me fue imposible no vocalizar la maldición que salió de mis labios en cuanto ella se introdujo la extremadamente sensible punta en la boca. Fue toda una experiencia sentir su úvula.

     Poco a poco fue tomando más de mí hasta que sonó la puta notificación de su teléfono.

— Me tengo ir, amor—dijo incorporándose de golpe.

—¿Cómo que "te tienes que ir"? ¿A dónde? ¿Qué pasa con el asunto que teníamos "entre manos"?

— Perdona que no te pueda compensar ahora mismo. Pero es que... Me necesita mi amiga. Ulises...

— ¡¿Ese hijo de puta otra vez?! ¡No vas a ninguna parte, Caroline!

— Cariño—dijo con el dulce tono que Noah usaba con sus parejas a tiempo que acariciaba mi rostro mirándome fijamente a los ojos—. Ella siempre ha dado la cara por mí. No la puedo dejar tirada. Será ir y venir.

— ¿Qué coño quiere Ulises con ella?

— Le pedí que mediara entre nosotros. Como no quiero tener ningún tipo de contacto con él, le pedí a ella que me diera los papeles de divorcio cuando los firmara y...

— ¿No pueden esperar a mañana? —Ronroneé contra su nuca.

— Quiero acabar con esto de una vez. No tardo, Michael.

— ¡No me jodas! ¿Te vas?

     Ella salió del cuarto dejándome con las pelotas más cargadas que en toda mi vida y con la polla a punto de reventar.

     La seguí escaleras abajo ignorando a los invitados. Sé que le grité algo que no recuerdo por el enfado que tenía y los altos niveles de testosterona de aquel momento.

     Cerré dando un portazo y me encerré en mi habitación. Me tumbé sobre la cama.

  

Caroline:

     Me sabía muy mal no haberle dado a Michael su final feliz teniendo en cuenta lo mucho que se había esmerado en mí.

     No le quise contar lo asustada que estaba mi amiga porque se habría empeñado en venir. Yo quería hacer éstas cosas con discreción. Ulises habría hecho que nos encerraran a todos esgrimiendo que Michael era un pandillero que me había secuestrado.

     Esto me correspondía a mí y solo a mí.

     Al fin y al cabo solo se trataba de pedirle los papeles del divorcio firmados.

— ¿Te vales de terceros para que te hagan el trabajo sucio? —Habló junto a la ventanilla tomándome por sorpresa—. ¿Te has convertido también en líder de bandas criminales?

— ¡¡¡NOOO!!! —Grité horrorizada cuando abrió la puerta del coche, me agarró por el pelo y me sacó de forma extremadamente violenta.

     En aquel momento comprendí a la perfección la preocupación de Michael. Ulises no era un hombre con el que se pudiera razonar. Era un monstruo con dinero y poder.

— ¡Déjala! ¡Voy a llamar a la policía! —Amenazó mi amiga desde una distancia prudencial.

— ¡NO! —Volví a gritar—. ¡Llama a mi hija!

     Ella ya sabía que aquella era la palabra clave para que avisara a Michael.

     Ulises me obligó a mirarlo a los ojos.

— Estás muerta, pedazo de zorra.

Mommy's little manWhere stories live. Discover now