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Semanas después:

El ambiente seguía siendo extraño para mí. No acababa de encajar. Las mujeres eran una piña, como hermanas entre ellas. Me alegraba ver que hubieran aceptado a Noah. Mi hija nunca tuvo una sola amiga. Las moteras la trataban con mucho respeto. Como si ella fuera muy importante.

     No dejaba de resultarme llamativo que, por las noches, cuando venía gente de fuera y los miembros del club parecían estar relajándose, a las mujeres que les visitaban no les mostraran el mismo respeto. No era como si se pasaran de la raya con ellas. Era... No sé describirlo. Aquella primera noche que pasé en el club Michael me indicó que nunca me separara de las mujeres con las que se juntaba Noah, o que me pegara a su espalda. Al principio no comprendí que lo hiciera de aquel modo y confieso que, a punto estuve de irme a mi cuarto. Lo que menos me apetecía era un celoso que no tolerara verme socializar con otras personas. Me iba a ir cuando vi al mejor amigo de Paul, Dylan, enredándose con dos mujeres. La parte cabal y racional me decía que evitara los líos, pero, eso era lo que llevaba haciendo toda la vida. Buscarme líos.

     Los seguí de forma discreta hacia un edificio independiente en el que entraron los tres. Entonces caí en que, seguramente como mi hija, ellos tuvieran una relación poliamorosa.

     Comencé a dar marcha atrás para darles intimidad cuando choqué con alguien.

     Era Michael.

     Me dio la vuelta y susurró en mi oreja de forma terriblemente lujuriosa.

— ¿Te gustaría montarte una escenita guarra como ésa, mami? —Sonreí y acaricié su miembro a modo de confirmación—. ¿Te gustaría un trío con una chica o con un chico?

     Me apreté contra su cuerpo e introduje la mano en sus vaqueros. Él me detuvo.

— Antes de que la cosa suba de temperatura...

— ¿Coyote? —Me aparté de él asustada.

— No te voy a hacer daño. Lo siento. Tenía que hacerme pasar por el chico light. ¿Podrías hacerme un favor?

— ¿Me vas a suplicar que no grite después de...?

— El niño. Tu nieto—le presté atención—. Sacadle de aquí. Hiena está cerca.

— ¿Por qué te tendría que creer? —Le miré con ganas de querer cruzarle la cara por cuanto había hecho a mi hija en el pasado—. ¿Qué ganas tú con todo esto? ¿Por qué no se lo cuentas a ellos?

— Lo he intentado pero, ¿qué crees que pasará si ahora mismo me ven aquí en la sede? Me acribillarían antes de que pudiera abrir la boca. Sé muy bien lo que parezco pero, te juro que solo intento ayudarlos. Tienes que creerme. Jamás le hice nada a tu hija. Nunca la he tocado. Ni a ella ni a ninguna otra. Solo intento salvar a tu nieto. Yo no podría vivir con algo así. Por favor, pídeles que se los lleven. Invéntate algo... Como que no te encuentras bien. Que estás cansada. ¡Lo que sea!

Mommy's little manWhere stories live. Discover now