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Caroline:

     Michael estaba sentado oculto tras la cortina negra vigilando la calle. El arma, en su mano izquierda, la apoyaba contra su pierna cubierta por el amplio vaquero negro. El cigarro descansaba sobre sus labios. El humo, en volutas, salía por sus fosas nasales tras cada calada.

     Dejó caer la cortina y consultó su móvil. Suspiró pesadamente y apagó el cigarro sin consumirlo por completo.

— No sabía que fumabas— me acerqué con calma.

— Lo hago de vez en cuando. ¿No puedes dormir?

— Cuando estoy sonámbula me gusta levantarme para una profunda conversación sobre física cuántica.

     Michael sonrió y se levantó.

— De acuerdo... No domino ese tema, pero soy todo oídos.

— Me has pillado. ¿Sabes algo sobre los que entraron en mi casa?

— Sniffer se está haciendo cargo. Supongo que cuando haya noticias nos contará.

— ¿Sabes algo de tu padre?

— Han encontrado a Noah... El parto se le adelantó.

— Tengo que verla...

— Nena...

— Michael, es mi hija. Me lo estoy perdiendo todo.

— De acuerdo, iremos a verla antes de que se te ocurra hacer una genialidad.


     No le había contado lo del coche que me había seguido porque la cosa estaba bastante tensa y se habría negado en redondo que viera a mi hija.

    El viaje fue bien, con muchos silencios. Michael estaba muy pendiente del teléfono a la espera de cualquier noticia. Pero estas no llegaban.

    Noah estaba en un pueblo que se llamaba Searchlight, por lo que me contó Michael, era el sitio donde habían nacido los Bombers. 

     Él, y su gemelo, nacieron en Hennderson, una ciudad a pocos kilómetros. Allí era donde vivía su abuela. Una mujer enérgica a la que llamaban "La Reina de Corazones".


     A mi hija la habían llevado al hospital de Hennderson. Mis nietos, Ziah y James, nacieron sin problema. El parto se había adelantado porque ambos se habían quedado sin espacio. Mi niña estaba agotada por el esfuerzo. Y radiante, muy radiante. Es lo que se suele decir sobre una mujer que acaba de dar a luz. Estaba sudorosa, con los mellizos en su regazo y sin poder dejar de sonreír.

     Los recién nacidos eran tan diferentes entre sí, que bien podrían haber pasado por hijos de padres distintos (cosa de la que nos enteramos después). James tenía el cabello tan rubio que casi parecía blanco, con unos preciosos coloretes, sus ojos eran celestes con pequeñas vetas blancas. Ziah tenía una frondosa cabellera castaña clara, su piel era un poco más tostada que la de su hermano, sus ojos también era celestes algo más oscuros que los de James.

     Ziah era un clon de Noah, aunque tenía mucho de Steelo también.

— Hola, mamá. ¿Qué haces aquí?

— Ver a mi hija y conocer a mis nietos, ¿tú qué crees?

— Ya la conoces— se disculpó Michael encogiéndose de hombros—. Enhorabuena, mami.

— Gracias. ¿Qué pasa? — Preguntó cuando se escuchó fuera el alboroto y las voces.

— Quédate con ella, nena. Voy a ver.

     Miré a mi hija ya a solas. Ella observaba con atención a sus hijos.

— Pareciera que le hubiera sido infiel a mi marido, si hubiera tenido un matrimonio convencional, ¿verdad?

— ¿Por qué lo dices, cariño?

— James y Ziah... No se parecen entre ellos. Es como sí...

— Cielo, no tuviste una relación convencional. Tenías dos parejas con las que convivías y compartías a nivel íntimo. Es posible que la niña sea de Steelo y el niño, de Paul.

— Y yo, en realidad soy la hermana gemela de la prima de la tía de Superman.

— Cariño, la doctora eres tú.

— No soy especialista en fecundidad ni genetista...

— Mi amor tienes dos bebés preciosos y sanos. Eso es lo único que cuenta. Olvida el mundo y céntrate en ellos.

— Tienes razón. A partir de ahora solo importamos mis bebés y yo.

— Os mucho, corazón. Deja de pensar en lo que diga la gente de ti o de tu familia. Cuida de ellos lo mejor que puedas, acude a nosotros para lo que necesites y ya está.

— ¿Qué hago con...? ¿Ellos?

— Lo que te dicte tu corazón. Las relaciones interpersonales están cambiando mucho. Hay mucho prejuicio y lo habrá en el futuro, pero no podemos vivir buscando la aprobación de los demás...

— En lo que pienso es en el tema legal. Quiero decir...

— Ya investigaremos todo, cariño. Relájate y disfruta de mis nietos.



— ¿Se estaban peleando por ella? ¿A las puertas de un hospital? ¿Con pacientes? Pero, ¿Se han vuelto locos?

     Michael se reía sentado en el sofá de su casa por lo surrealista de la situación. Yo misma no sabía todavía cómo procesarlo.

— ¿Qué tendrán estas dos mujeres que vuelven locos a los hombres?

— No tiene ni puñetera gracia, Michael Hillstrandt. No le veo la gracia.

— Joder, nena. Es buenísimo. No viste a mi padre como un adolescente hormonado repartiendo a diestro y siniestro.

— No tiene gracia. Ellos la engañaron. Jack se ha portado muy bien con ella. Si Noah quiere pasar página con él está en su derecho. Ellos la ridiculizaron.

— Joder y no te he quitado la razón. Solo digo que ha sido buenísimo.

— Estás peor que ellos.

     Michael se acercó y me besó en los labios. Me separé como si quemara.

— No vuelvas a hacerlo. Jamás...

     Michael me miró herido y giró sobre sus talones. Cogió las llaves junto con el casco y salió dando un portazo.

     Subí, me di una ducha y me metí en la cama sin comer. Me acomodé cuando me di cuenta de que ya no vendría más esa noche.


     Me alertó el ruido en la planta de abajo. Me puse las chanclas y pegué la oreja a la puerta. Al principio pensé que era él, pero la persona que se movía abajo no conocía la distribución de la casa.

     Con el número de Michael marcado, lista para llamar, caminé por el pasillo evitando hacer ruido. Le di a la tecla de llamada en cuanto la mano me sujetó por el cuello.

— Si pensabas que este marginal iba a protegerte es que eres más estúpida de lo que creías.

     Ulises se alzó ante mí como el peor monstruo de mis pesadillas. Me tiró al suelo de una bofetada y se colocó entre mis piernas.

— ¡SUÉLTAME! — Grité a pleno pulmón.

— No, cariño. Tú y yo nos vamos a divertir. 


Mommy's little manWhere stories live. Discover now