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Michael:

    Me despedí de Caroline y partí rumbo a Henderson en cuanto la Reina me confirmó que nos reuniríamos para resolver el tema del club. En mi calidad de vicepresidente informé a todos los cargos quienes se encargarían de cubrir espaldas en caso de que la misión se torciera. 

     Caroline accedió a quedarse con las mujeres de Sniffer y de Bear, lo cual era un alivio. Odiaba dejarla sola. La sola idea de que pudiera pasarle algo jodido en mi ausencia me mataba en vida. Por fortuna mi mujer comprendía a la perfección las ventajas de estar en perfil bajo.

     Comenzaba a oírse el rumor de mi futura dama, pero en cuanto se decía que era la suegra de mi padre y de Hunter la gente solía descojonarse y no se lo tomaban en serio.

     De hecho, hubo un tiempo en que la propia Caroline no me tomaba a mí en serio. Aún recuerdo, después de que nos liáramos en Puerto Rico, el momento en que habló con Steelo sobre mi sexualidad. Ella estaba convencida, os recuerdo que casi habíamos follado, de que yo era gay.

— De verdad, Steelo. Es bastante atractivo. Tiene ese puntito de macarra y de intelectual. Diseña motos. Repara coches. Tatúa...

— Los hobbies propios de Rupaul— le había contestado él entre carcajadas.

— Le encantan las novelas románticas.

— ¿Qué coño has dicho?

— Adora a autoras como Jane Austen o Emily Brontë.

— ¡No jodas!

— No sé cuántas veces se habrá leído "Cumbres Borrascosas". 

— En serio, Caroline. Conozco a Mike desde hace años y no le van los tíos ni es afeminado...

     Recuerdo que cuando ella me lo contó no pude parar de reírme durante un par de días. Ni Caroline pudo juntar las piernas tras demostrarle lo "poco" que me gustaba el sexo femenino.


     Cuando llegué a Henderson guardé a mi adorada "Gina" y me fui a casa de mi abuela. Me colé por la ventana del piso superior al ver la moto de Coyote oculta en la zona trasera. No me fiaba en absoluto de él tras nuestro último "intercambio de opiniones".

     Ellos estaban en el salón charlando, ajenos a mi presencia. Mi gemelo no tenía buen aspecto. Había perdido mucho peso. Suponía que era por todo lo ocurrido con Noah.

     Agudicé el oído para poder enterarme de lo que estaban hablando. La voz de Coyote, antaño recia y llena de seguridad, era ahora un murmullo apenas audible.

— Estoy harto de todo esto, Charlie. No sabes los cojones que tengo que echar para no volarme la puta cabeza. Te juro que...— se detuvo para dar una calada a su cigarro. Su mano temblaba de forma visible—. Te juro que comprendo a la perfección a Sweet. Es muy jodido ser el centro del odio de todos. El de los Bombers por ser el "traidor". El de Hiena por ser "Hillstrandt". El de Betty por Channel...

— ¿Qué tiene que ver Betty con Channel? — La voz de la Reina era de auténtica sorpresa.

— Betty controlaba a BQ tal y como hace con Hiena... No, joder... No tienen nada sexual. Pero, le gusta tenerlo todo bien atado. Channel es un puto cabo suelto. Y, le está metiendo en la cabeza a Hiena que yo soy el culpable de la deserción de su hija.

— Porque lo eres, corazón. Channel fue siempre una víctima... Como tú.

— Joder, Charlie. Te juro que he intentado alejarla de todo esto. Estoy loco por ella y me mata ver cómo se consume por culpa de su maldito padre.

— Johnny tienes que convencerla de...

— ¿De qué cojones la voy a convencer, querida Charlize? Channel me ha dejado. Me cuidó hasta que me recuperé y luego se largó. Ahora es la "amiga" de Noah. Ha dejado de pasar información a Hiena. Están pensando en matarla.

— ¿Hasta cuándo? ¿No les basta con el maldito historial de sangre que tienen a sus espaldas? Johnny, tenemos que hacer lo que sea por salvarla. Podemos idear un plan con Mike y...

— Me la tiene jurada. ¿No lo recuerdas? Está deseando mandarme al puto infierno. Y, claro que me iré gustoso, pero antes tengo que llevarme por delante a mucha gente...

— Mírame, cielo... Tú no eres así...

— Ah, ¿no? Y ¿Cómo pollas soy? He matado sin pestañear si quiera, joder. He violado... He hecho cosas que te horrorizarían, Charlize. Yo soy irrecuperable. ¿Por qué no me dejas de una maldita vez? ¿Por qué no me das la espalda y sigues con tu vida?

    Descendí un par de peldaños para poderlos ver mejor. Mi abuela, Charlize Hillstrandt, la Reina de Corazones, la mujer más dura que había conocido jamás, lo abrazaba mientras lloraba en silencio.

— No, Johnny. Ya perdí a tu padre. No esperes que me quede cruzada de brazos mientras veo cómo te destruyes tú. Mi niño, el mundo entero podrá hacerse mierda a tu alrededor. Sin embargo, yo continuaré abrazándote con fuerza. Te quiero, mi cielo. De verdad que no sabes cuánto te quiero. Sé muy bien que las decisiones, malas, que has tomado en tu vidas las hiciste con una pistola en el corazón. 

— Estoy agotado, joder. No sabes cuántas veces he rezado al irme a la cama para no despertar jamás.

— No vuelvas a decirme eso, Johnny. ¡Nunca! Mi vida por la tuya. Yo moriré cuando llegue el momento para librarte de todo esto. Tienes una deuda de sangre con tu hermano por Pauline. Yo seré el pago.

— La niña no era suya— reconoció finalmente y se rompió abrazado a mi abuela.

     Yo me senté en el pasillo a recuperar el aliento. Era el peor golpe que me habían dado jamás. Tuve que controlarme y recordar lo que me había llevado hasta allí para no arrancarle el corazón tras obligarlo a confesar.

     Salí de la casa pasados unos cuantos minutos en los que ninguno de los dos dijo nada más y caminé hasta la puerta principal.

     Mi abuela me recibió con una radiante sonrisa con la que ocultaba todo lo que acababa de hablar con Coyote.

—¿Qué cojones hace él aquí? — Casi escupí entre dientes.

— Cariño, todos tenemos una parte de la historia. Seguramente adelantemos si trabajamos juntos...

— Yo no tengo una mierda que hacer con un maldito traidor.

— Cuida tus palabras. Estás en zona neutral.

— Es un maldito mentiroso. Un cruel manipulador. ¿De verdad te crees que quiere ayudarnos? ¿Él? ¿Te has vuelto loca?

— ¿Qué coño te pasa, Bomber? ¿Te jode que te cuenten la verdad? ¿Prefieres los putos cuentos de pandicornios con purpurina?

— Ven y dímelo a la cara si tienes cojones.

— Claro que los tengo, princesita de mierda— Coyote se puso en pie y me encaró con una rabia brutal que nunca había visto en él—. Ahora no tienes a papi para que te proteja. ¿Seguro que quieres jugar en ésta liga?

— ¡Michael! ¡Jonathan! — la Reina se interpuso entre los dos con firmeza—. He perdido a demasiada gente que amaba por esta puta rencilla. Vamos a solucionarlo ya. Ambos sois Hillstrandt. Haríais bien en recordarlo mientras estéis bajo mi techo.


     Coyote y yo nos retamos con la mirada durante unos cuantos minutos hasta que escuchamos el arma amartillarse junto a nosotros. Mi gemelo me sonrió con su maldita arrogancia y me dio la espalda mostrándome la galleta de su club. Me quité la sudadera con la que tapaba mis colores y me senté frente a él. Coyote posó sus ojos un instante en el cargo que yo ahora ocupaba y que había sido suyo. Sonrió y se encendió un cigarro.

— Muy bien. Os voy a contar todo cuanto he averiguado. Como me jodáis con cualquier mierda, me levantó, me largo y aquí se acaba mi jodida participación. Mi puta paciencia tiene un límite.

Mommy's little manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora