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Michael:

    Puse vigilancia a Ulises Tautópolis en cuanto supe que había tenido tratos con los Bombers en sus orígenes. No tenía muy claro si estos habían sido con los Coast o con nosotros, así que lo mejor era mantenerme alerta. Había mucha información que se había perdido. Posiblemente la habría manejado Sweet Muscle. Fuera como fuere había que estar pendiente de aquel cabo.

     Tras el estallido de hace unos cuantos meses el jefe me mantuvo todo lo ocupado que pudo, así por lo menos se aseguraba de que no me metía en líos. En cuanto a Steelo. Su relación con la civil se estaba afianzando, el problema era que al parecer también ponía cachondo a mi padre, por lo que las cosas podrían joderse en cualquier momento. 

     Y no tardaron en torcerse. El jefe se volvió más duro con Steelo. Le exigía más que a cualquier prospect. Él al saber el motivo real en ocasiones buscaba enfrentamientos.

    La cosa estalló cuando al terminar el período preuniversitario en la Manor, Noah anunció que se casaba con Payton Pierce. Steelo, tras el ataque del, ahora senador, Tautópolis, se volvió más introvertido y brutal.

     La gota que colmó el vaso fue Coyote... Como no podía ser de otro modo. Steelo y él se pelearon y mi padre habló con el presidente nacional para trasladar a Coyote una temporada. Así fue como me nombraron a mí vicepresidente.


Años más tarde:

— Te necesito en mi casa, Mike.

— ¿Pasa algo?

— Noah está sola. La he llamado y no responde. Me han dicho que Coyote ha vuelto al territorio  todo eso me da mala espina. ¿Puedes comprobar si está bien?

— Voy para allá...

     Las motos salieron a la carrera cuando yo llegué con el mustang de mi padre. Mi primer impulso fue perseguirlos. Entonces recordé a Noah. Apagué el motor y saqué el arma por precaución. No sabía si había quedado algún rezagado.

     No había duda de que habían asaltado la casa. Habían destrozado muchas cosas. Reinaba un silencio mortal. Llamé a mi padre y le puse al corriente... Fue cuando escuché a Noah.

— Jefe. Alguien ha entrado en casa.

— Joder, Tomahawk, ¿Has ido al cuarto? — Estaba muy alterado.

— No, no he ido. Aquí en el salón no está y...

— ¿¡Qué, Michael!? ¿Qué pollas pasa? ¡Mierda! ¡Habla de una jodida vez! — Demandó fuera de sí.

— Un momento. Me parece que he oído algo, ahora te llamo.

     El alma me cayó a los pies nada más verla. Noah estaba tirada en el suelo junto a la cama con las prendas hechas jirones.

     Se puso a gritar como loca al abrir los ojos y verme.

— Tranquila, Noah. Soy Michael. Soy yo...

— ¡NO ME TOQUES! ¡SOCORRO! —Gritó a la nada alejándose de mí.

     Mantuve la distancia y encendí la luz de la habitación para que pudiera verme bien.

— Tranquila, preciosa. El jefe me manda. Voy a ponerte algo por encima, ¿vale?

— No me hagas daño, por favor— susurró de modo lastimero.

     Hasta aquel momento yo no había vuelto a tener ningún tipo de sentimiento por otra persona. El corazón se me había muerto hacía muchos años. La vulnerabilidad extrema de la chica a la que acababan de atacar hizo que sintiera empatía por ella.

     Tras colocar el albornoz sobre Noah llamé al jefe y lo puse al corriente. Tenía que llevarla al hospital antes de que llegara la policía a la que seguramente habrían llamado los vecinos.

     La aterrada chica se revolvía como un animalillo salvaje mientras yo la sacaba en brazos hacia el coche. La inmovilicé en el asiento del copiloto y puse rumbo a su clínica siguiendo órdenes de Steelo.

     La policía llegó poco después. Me puse en contacto con Abogado y dejé las cosas en sus manos. Esto había sido obra de moteros. Nosotros resolvíamos nuestras mierdas al margen de todos.

     Dejé a Noah con Steelo y con el jefe y me fui afuera a la espera de más instrucciones.

     Nunca podría haberme imaginado lo mucho que esta nueva misión cambiaría mi vida.


     A petición del jefe volvimos a Riverside con los Bombers que habían ayudado a refundar el club. Mi lado más mezquino se regodeaba con todo esto. No por lo que le habían hecho a la pobre chica porque nunca podría alegrarme del daño a alguien inocente. Estaba pletórico porque el hijo de puta había firmado por fin su puta sentencia de muerte. Por fin había dado el paso en falso por el que tanto había rezado. Y, aunque aún tenía que ocuparme de Channel de momento ya tenía luz verde con Coyote. La parte más sádica y oscura de mí se iba a divertir ajustándole las cuentas.

     Me sentí un poco decepcionado tras la reunión con los hermanos porque habían puesto al frente a Sniffer para buscar a Coyote. Cierto que él era el líder de los rastreadores, pero todos sabían que si el jefe quería encontrar realmente al traidor debería haberme dejado a mí. Éramos gemelos idénticos. Mi mente era un reflejo de la suya y viceversa. Cada paso que yo daba era el mismo que él habría dado. Estaba más que seguro que iban a tardar el doble en encontrarlo. Sin embargo preferí callarme. La opción menos sensata era un enfrentamiento directo con el jefe. Steelo acababa de recobrar sus colores y le apoyaría de modo incondicional porque era algo que le afectaba a él también.

     Una vez más respiré buscando cualquier cosa que me calmara y les seguí al porche.

— ¿Qué vamos a hacer con Noah en cuanto los encontremos? — Preguntó al jefe.

— La mandaremos con sus padres— Steelo no dijo nada pero, se puso tan tieso que parecía que le habían atravesado con un palo. Su expresión corporal pasó de estar alerta a preparado para el combate. Timber, que se había dado cuenta, prosiguió—. La cosa se va a poner jodida y la quiero lejos de todo esto. A ti también, chaval.

— Te habría complacido antes de que me devolvieras mis parches y añadieras otro a mi colección, pero, no puedo complacerte. Soy hermano de pleno derecho con cargo. Han violado a mi mujer en nuestro lecho. Ni creas que mis cojones se quedan fuera. Coyote me las va a pagar y pienso cobrármelas muy poco a poco... Una a una.

     Estaban a punto de engancharse los dos. Ninguno se daba cuenta de que se estaban retando entre ellos mismos. El jefe suspiró y propuso volver dentro antes de que Steelo se convirtiera en el Carnicero de Riverside.

— Os invito a una cerveza y organizamos la batida— propuse mediando. Era hora de recordarles mi utilidad

Mommy's little manWhere stories live. Discover now