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Michael:

     Ni sabía qué hora era cuando mi abuela se despidió de nosotros. No era nada consciente de lo mucho que echaba de menos la compañía hasta que me se ocurrió dejar que me mimara de nuevo. Con la pérdida me había acostumbrado a la soledad. Me había construido un escudo que había evitado que me volara la tapa de los sesos hacía mucho tiempo. 

     Caroline había aparecido con su tímida sonrisa y le había devuelto calor a un corazón que se había enfriado por completo.

     Le serví una copa de vino y yo me puse un "On the Rocks". Me senté a su lado en el sofá y continuamos viendo la película que estábamos viendo. Era una cursilada, pero a ella le encantaba. Y a mí me gustaba mirarla, aunque fuera de modo furtivo.

— ¿Qué te parece si me hablas de ti? — Rompió el hielo.

— ¿Qué tendría que contarte? — Sonreí.

— ¿Cómo es que un chico tan atractivo como tú está soltero? Tu abuela me comentó que hubo una chica...

— No sé si esté preparado para hablar de eso.

— Puedes intentarlo...

— Se llamaba Katherine. Era un par de años mayor que yo. Estábamos muy enamorados y cuando llevábamos juntos tres años me dijo que íbamos a ser padres... Ocho meses después, ella y la pequeña morían— Caroline abrió los ojos estupefacta—. Mi gemelo la drogó y tras ingerir la misma sustancia la violó hasta la muerte unas treinta y seis horas después. Pauline, mi hija, lo había hecho unos cuarenta minutos después de que le administraran a su madre el compuesto aquel... Un infarto. Kate falleció por la sepsis. Coyote casi lo hizo también por la brutal sobredosis que se metió. Por eso decidí quedarme soltero— suspiré.

— ¿Es el mismo hombre que atacó a mi hija?

— Sí...

— Lo siento mucho. Yo perdí un bebé antes de tener a Noah. Sweet era el padre.

— Lamento tu pérdida.

— ¿Sabes una cosa? Ya sé que son tópicos y frases hechas que pueden sonar huecas, pero eres muy joven, Michael. No creo que a Kate le guste verte solo y con miedo a volver a amar.

— Hace mucho que me despedí de ellas, sin embargo, sé que el nudo del pecho se irá cuando yo mismo cierre los ojos de ese malnacido.

     Caroline tomó mi rostro entre sus manos con dulzura y me miró a los ojos. Deslizó sus labios por los míos invitándome a besarla. Cerré los ojos aceptándola. Nuestras respiraciones se hicieron cada vez más superficiales. Mis manos subieron y bajaron con calma por sus costados hasta que los vaqueros empezaron a apretarme.

— Nena... — susurré con voz ronca.

— Lo siento, Michael. Creo que he bebido demasiado. 

— No pasa nada. Duerme tú arriba. Yo me quedo en el sofá.

     Nos despedimos con un beso más íntimo y menos sexual que el que nos habíamos estado dando. La miré mientras subía por las escaleras a la planta superior recordándome que Caroline era demasiada mujer para mí.

     Me quité las pesadas botas que deposité a los pies del sofá. Me quité la camiseta junto con el chalequillo del club y los vaqueros. Me tapé hasta el abdomen y me relajé rozando la piel con las yemas de los dedos.

    Por primera vez soñé con la mujer de la que me estaba enamorando de modo irremediable. Vale, sí, fueron sueños húmedos, pero yo nunca dije que fuera un caballero.



Caroline:

    Apenas había podido pegar ojo con mi ocurrencia del beso. No me había podido resistir al verlo tan vulnerable. Algo no debía ir bien conmigo si me permitía fantasear de modo indebido con un chico lo suficientemente joven como para ser mi hijo.

    Tenía que hablar con él y aclararlo todo antes de que fuera a más. Debía disculparme. El pobre chico había sufrido demasiado como para que encima una asaltacunas como yo intentara quitarle los calzoncillos.

     Bajé las escaleras siguiendo el rico aroma del desayuno a la cocina. Al llegar a ésta me quedé de piedra bajo en dintel de la puerta impactada por la escena que se desarrollaba delante de mí. Michael estaba delante de los fogones moviéndose con una soltura tremenda. Llevaba puesto los vaqueros y las botas desabrochadas. Su marcado torso tatuado estaba apenas cubierto por un delantal de tela. La cantidad de piel, decorada, que mostraba su espalda comenzó a hacer que me imaginara toda clase de burradas sexuales con el "yogurín" de protagonista.

— Deberías cerrar la boca si no quieres que te entren moscas— bromeó Charlie a mi lado.

— Yo... Acabo de llegar... Creí que...

— Ya sé que es mi nieto, cielo. Pero sé perfectamente que el chico es bastante atractivo...

— No digas locuras, Charlize. Podría ser mi hijo. 


— Buenos días, chicas— saludó él con la sonrisa más radiante que había visto jamás.

     Respondí manteniendo el tipo y sentándome a la mesa antes de que me fallaran las rodillas o de que mis bragas entraran en combustión ellas solas.

— Bueno, cariño. ¿Cómo van las cosas por Los Ángeles?

— Las cosas están más calmadas. El jefe me dijo que iban a reclamar a su chica y tal... Ya sabes...

— ¿Cómo "reclamar"? — Pregunté atrayendo las miradas de los dos... Bueno, la de Charlie. Michael se atragantó con el zumo que acababa de tomar.

— No es nada malo, cielo. Quiere decir que para el club tu hija es ahora la mujer de mi Pauli y de Steelo.

— ¿Se han casado y no nos han invitado? — Dije indignada. Charlize se echó a reír a carcajadas y Michael iba cambiando de color por su prolongado atragantamiento.

     La mujer se puso en pie y sopló de forma delicada en el rostro de su nieto.

— ¿Estás mejor, Mickey? Anda, bebe algo. Con cuidado... A Michael se le cierra un poco la epiglotis de vez en cuando. No es una "boda" si es lo que estás pensando. Es algo así como su presentación ante Los Bombers como familia de miembro. Es un...

— En serio, abuela. Casi me muero con la mierda que estás intentando explicar. Hay que pasar por un proceso para que te acepten, en éste caso, como dama de motero. Eso es lo que han hecho. Y, si no hemos ido es porque el proceso es bastante sexual.

— ¿Se han montado una orgía con mi hija? — Los miré escandalizada.

— No, nena. Es una fiesta en la que sí, Steelo y Timber han tenido sexo con Noah con testigos, tal y como solía ser la consumación de un matrimonio real. La diferencia es que nadie ha visto nada a tu hija. Solo Abi, la mujer de Bear. 

— Gracias entonces por no llevarme. No habría estado cómoda con todo aquello. Es mi hija y...

— Es algo comprensible— confirmó Charlie.

     Por fortuna, el desayuno terminó menos accidentado de lo que había comenzado. 


Mommy's little manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora