Guerra contra mar y sabiduría I

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Percy y Hades habían tenido una charla y habían llegado a la conclusión de que Priapo había sido el que había robado tanto el casco de Hades como el rayo maestro de Zeus. No le extrañaba al joven semi divino, ese dios había intentado forzar a Hestia después de una fiesta pero gracias a un burro esta pudo salvarse. Esto hizo enfadar mucho a Zeus que condenó al dios a tener una perpetua erección por el resto de sus días y fue expulsado del olimpo aunque muchos dioses menores como él pueden vivir allí.

Es perfectamente normal que él haya querido tener venganza, pero Percy sabía que él no era la mente maestra de todo esto y que es posible que lo estuviese manipulando alguien. Sus pensamientos fueron cortados cuando llegaron a la entrada del palacio de Hades, donde les estaba esperando el esqueleto Caronte. El cual no sabía decir si los esperaba con una cara de fastidio o de felicidad, es lo malo de no tener cara.

El grupo de cinco se subió a la marca de este y emprendieron su vieja de vuelta por el río estigio. Percy miró este río con mucha atención, había escuchado muchas historias de él, sobre todo de Aquiles y cómo su madre lo bañó en él para que fuese invencible menos por la parte en la que le agarro, su talón. Percy quería comprender como era que si te sumergías en el podrías ser invencible y no morir en el proceso. De Aquiles lo podía entender, el fue bañado cuando era un niño, por lo que no había malicia ni cosas malas en él como para dejarse llevar por ellas y morir, pero, ¿Qué pasaría si él, que ya conoce la verdadera cara del mundo, se bañase en sus aguas? Eso era un experimento que algún día tendría que hacer, pero por el momento debía hacer que la rabieta de Zeus cesara.

Tras cinco minutos de recorrido en completo silencio llegaron nuevamente al estudio de grabación, donde las cinco almas que seguían allí esperando no habían hecho nada de nada. Estos fueron a salir pero la voz de Caronte les hizo parar en seco.

- Me acaba de llegar un mensaje del jefe. - Dijo este para luego acercarse al grupo. - Me dijo que os diera esto. - Dijo para luego sacar unas cinco perlas de su bolsillo. - Son perlas de Poseidón, si las pisáis os llevaran directamente a vuestro nuevo destino, ya les dije a las perlas donde vais, por lo que no hace falta que perdáis más tiempo para pensar en donde tenéis que ir, ahora largaos que le dais esperanza a los muertos.

El grupo se miró unos segundos para que luego Annabeth se acercara y tomara las perlas entre sus manos. Ellos decidieron confiar en el esqueleto porque supuestamente estaba bajo las ordenes de Hades y era de fiar, lo que no sabían es que había dado el comunicado a las perlas de "A algún lugar de la zona de Manhattan".

Nuestro grupo de héroes fueron a una zona en la que la gente no pasara de forma habitual para poder usar esas perlas. Su modo de uso era muy simple, si se rompen causan algo parecido a la niebla que los termina transportando hasta el destino que hayan pedido, por lo que estos decidieron llegar a un callejón y trasladarse.

Percy y los demás habían perdido mucho tiempo, llegaron por la mañana, casi a medio día, y ahora estaba atardeciendo, lo que podía decirse que en el inframundo el tiempo pasaba con mayor rapidez. Tras unos minutos buscando lograron encontrar un callejón entre dos naves de grabación en el que, literalmente, no había nada.

Estos decidieron dejar las perlas en el suelo y dar una respiración profunda para convencerse de que estaban a punto de terminar esta misión tan rara que les había encomendado Zeus y Hades, los hermanos Di Angelo suspiraron porque sabían que dentro de poco tendrían tranquilidad de nuevo. Se miraron y asintieron para luego dar un pisotón a las perlas rompiéndolas en el proceso.

Al instante una niebla de color verde mar salió por debajo de los pies de los chicos y fueron transportados por estas a su destino, algún lugar de Manhattan.

Percy sintió una sensación muy rara, era cuando alguien se monta en una montaña rusa y bajaba rápidamente la primera bajada. Al poco notó como el viento comenzaba a ser cada vez más fuerte, hasta el punto de casi no poder respirar. En ese momento abrió los ojos y vio algo que jamás pensó ver. Delante de él estaba el mar, el cual se estaba acercando peligrosamente mientras este caía desde un punto en el cielo. Rápidamente miró a sus compañeros (y oyó a Grover balar por encima de él), todos parecían estar asustados cosa que era normal, a una altura de dos metros el impacto con agua era semejante al impacto con cemento, imagínate a una altura de más de cien metros cayendo en plancha. Intentó reunir a todos, los cuales se aferraron a él como su salvavidas. Una vez estuvieron juntos y a unos escasos cien metros de la superficie, este alzó su mano contra el mar haciendo que este empezase a agitarse y a formar olas.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora