La presentación de Medusa

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Era un nuevo día en el tren que viajaba a lo largo de país de Estados Unidos. Percy se había levantado como cualquier otro día para luego ir a asearse y a cambiarse de ropa que luego ocultó con el manto que Quirón le había regalado hace tantos años. La rutina por las mañanas era la misma que la de todos los días, asearse, cambiarse e intentar detectar cualquier  anomalía que hubiera cerca de su persona.

Ahora este estaba siendo acompañado por una hija de su bisabuela/prima, la cual la convertía en su sobrina segunda/tía abuela, los olímpicos estaban enfermos, es decir, viva la endogamia. Esa era una cosa que no le gustaba a Percy de los dioses, aparte de su estupidez natural en alguno de ellos como Zeus, Ares y Apolo. El chico cabra que los acompaña era un poco cobarde, pero que se le va a hacer, es parte de la naturaleza animal, huir o atacar, y contra monstruos era mejor huir.

Este llegó con calma a su compartimento donde estaban sus dos compañeros durmiendo placidamente. Era una escena muy conmovedora donde una chica joven y un niño medio cabra dormían y uno de los dos (Grover) balaba en sueños. Percy volvió a gritar para que se levantasen de inmediato volviendo a ser blanco de maldiciones y juramentos por parte de la hija de Atenea, el sátiro solo se había ocultado debajo de su litera mientras temblaba por el susto que se había llevado.

- Por el amor de los dioses, vas a hacer que le de un infarto de miocardio. - Dijo Annabeth después de acomodarse un poco su pelo que estaba completamente despeinado. - Debes dejar de despertarnos así.

- Pero es la manera más efectiva. - Dijo Percy mientras reprimía una sonrisa al ver el peinado que tenía al despertar. - Hoy va a ser como ayer, vamos a buscar y matar monstruos, y si hay alguno que nos pueda dar problemas graves nos largamos.

Ellos solo pudieron asentir por lo que estaba diciendo el chico que tenían como líder de misión. Este tuvo que esperar unos minutos para que sus compañeros estuviesen completamente listos y cuando lo estuvieron salieron en busca de monstruos y su desayuno.

Esta vez hubo un ligero cambio, estos decidieron ir  al bar y pedir algo apara llevar y desayunar en el mirador que había en el último vagón. Eran buenas vistas siendo un paisaje completamente rural, por lo que podían ver el cielo con total calma, contando que hay cerca de una decena de monstruos en tu busca para comerte.

Tardaron unos minutos en terminar de comer el desayuno ya que disfrutaban de las vistas. Aproximadamente a las nueve y media de la mañana Percy empezó a buscar monstruos con la ayuda de Grover mientras que Annabeth mantenía en sus manos la daga que Luke le dio una vez.

Esta vez los monstruos se ocultaron mejor ya que hasta Grover le costaba notar la presencia y el olor de los monstruos que había en el tren. Tras dos horas caminando y de haber revisado el tren de arriba a abajo durante un tiempo Grover decidió parar en un vagón que tenían asientos dobles y enfrentados junto con sus compañeros.

- Esto es raro. -Dijo el chico cabra. - Esos monstruos seguir siguen aquí, pero no los puedo encontrar.

- ¿Quieres decir que han aprendido a ocultarse? - Preguntó la hija de Atenea un poco nerviosa por lo que había dicho su amigo. - Que yo sepa, los monstruos no saben manejar la niebla.

- Pueden que estén camuflando su olor. - Dijo Percy llamando la atención de los dos jóvenes. - Pueden haberse bañado en colonia o algo por el estilo, por el momento tomémonos un descanso para que Grover descanse un poco, después de eso buscaremos con mucho más cuidado, puede que ya sepan quienes somos.

Ellos solo pudieron asentir a lo que dijo. Puede que Percy fuese un poco estricto con lo que hace, pero debía serlo si quería sacarlos con vida de este tren. Grover, aprovechando el descanso que le había dado Percy, optó por descansar tato la vista como la mente recostándose en el asiento en el que estaba sentado. Quería mantener el descanso cuanto pudiese, pero solo pudo hacerlo unos minutos.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora