El corazón de Percy

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Habían pasado algunas semanas desde que Percy cerró la oportunidad de Erebus para liberar a Cronos. En ese tiempo pudo evolucionar un poco el campamento. Había conseguido que algunos semidioses consiguieran un puesto de responsabilidad, unos ejemplos serían Luke que era la mano derecha de Quirón a la hora de entrenar, Clarisse había conseguido ascender hasta ser la capitana de las guardias y actualmente era la capitana general que solo respondía bajo las ordenes de Percy, Annabeth que había conseguido ser la hija de Atenea ser la encargada de planificar las guardias y enseñar a los semidioses sobre su ascendencia y por último, pero no menos importante, Nico había conseguido superar a su hermana en su dominio de la magia y había conseguido un puesto de importancia a la hora de vigilar las fronteras con algunos zombies que ayudaban a Briares y Argos.

A lo que respecta a Percy este había montado bien el campamento, todos estaban contentos con las condiciones de vida que tenían ahora, todas las cabañas se aumentaron un poco, cosa que encantó a todos los semidioses de  Afrodita ya que, según ellos y con palabras textuales, "Podemos comprar más ropa y complementos".

Actualmente Percy estaba en su despacho mirando el nuevo reporte que le había dado Quirón sobre los resultados de los entrenamientos. Sin lugar a dudas había conseguido mejorar las condiciones físicas de todos los que se especializaban en armas, mientras que los que preferían usar magia como Él y Thalia, esta última en concreto, había conseguido mejorar mucho en el uso de la electricidad a la hora de canalizarla en sus armas y al usarla propiamente dicha.

Tras observar todos los papeles con atención, este estiró su espalda con un pequeño gemido de satisfacción por dicha acción. Aprovechando que había conseguido terminar con el papeleo este decidió salir a dar una vuelta para desconectar del todos los papeles.

Cuando Percy recibió los rayos del sol este respiró hondo el aire puro que había en el campamento. Empezó su marcha dirigiéndose al muro de escalada donde sus campistas estaban algunos hijos de dioses menores que estaban descargando su estrés. Ellos no quisieron formar parte del grupo de los que se aliaron con los titanes al enterarse de lo que habían hecho sus congéneres por lo que Percy no tuvo problemas en dejarles tranquilamente en el campamento.

El muro de escalada consistía en lo que siempre había sido, un muro con algunas piedras de colores donde apoyarse y debajo una piscina de lava, obviamente Percy decidió poner arneses para asegurarse que no haya bajas, pero siempre que había una competición siempre que alguien caía perdía por "muerte".

La siguiente parada fue el cuartel, que habían hecho los hijos de Atenea supervisados por Annabeth, donde trabajaban algunos hijos de Ares y Atenea que eran los mejores en los entrenamientos. En el momento que entró se encontró con Clarisse que estaba hablando con uno de sus hermanos.

- Algunas ninfas han dicho que han notado algo raro cerca del bosque, manda a Charles para que inspeccione ese lugar. - Dijo Clarisse y su hermano asintió. Después de eso se dio la vuelta para encontrarse con Percy haciendo que ella se sorprendiera ya que no solía salir de su despacho. - ¿Ha pasado algo?

- No, para nada. - Dijo él con una sonrisa. - Había terminado mi trabajo y he decido dar una paseo y estirar un poco las piernas.

- Entonces has terminado todo, ¿verdad? - Preguntó ella y este asintió. - Pues como has terminado ¿te importaría quedar conmigo para entrenar un poco? - Dijo esta con la cara un poco roja, pero Percy terminó asintiendo de una forma tranquila. - De acuerdo, a las ocho en la arena, no lo olvides.

Él asintió dejó el lugar para ir a la forja a ver como los hijos de Hefesto. Estos le recibieron con una sonrisa y le mostraron todas las armas que habían conseguido hacer en el tiempo que había trabajado. Seguido de eso fue a la para ver entrenar a los nuevos semidioses que estaban siendo entrenados por Luke, que les estaban enseñando un técnica de desarme que aparte podía causar daño también.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora