El camino de vuelta

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El grupo había visto como el cíclope había hundido el barco de la guerra civil de Clarisse y ahora este estaba enfrente de ellos. Aún estaba herido por lo que tenía que aguantar su peso a cuatro patas. Percy miró a sus compañeros, contándole a él eran tres luchadores. Sabía que Grover podía hacer maravillas con una flauta, peor activamente no podría hacer nada, al igual que Tyson.

En un pensamiento un poco desesperado Apretó el agarre en el vellocino que tenía en la mano y se lo entregó a Grover.

- Rodea la playa, en algún momento encontrarás un barco de madera, súbete y di que vienes de mi parte y que no te haga nada. - Dijo Percy muy serio. - Llévate a Tyson contigo, si no volvemos en media hora iros sin nosotros.

Grover pareció un poco dividido por lo que le estaba diciendo el joven, pero tras unos segundos cambió su mirada a una más seria, agarró la mano de Tyson y corrió con todo lo que tenía.

- ¡No penséis que os dejaré! - Dijo Polifemo intentando agarrar al chico cabra, pero Percy se lo impidió con su espada látigo. - Maldita blasfemia.

- ¿No te ha dicho tu madre que si insultas o dices malas palabras te tendrán que lavar la boca con jabón? - Le dijo Percy ganando así una mirada rabiosa por parte de su enemigo.

Ese fue el desencadenante de la pelea. Polifemo corrió... o galopó, hasta ellos con la intención de placarlos. Los tres que se quedaron atrás lo esquivaron con un salto lateral para que luego las chicas sacasen sus armas.

Si se llegaran a poner técnicos la que tendría que dar las ordenes sería la hija de Ares. Pero ella sabía que tanto Annabeth como Percy serían las mejores opciones para estrategas. Estos dos miraron al cíclope y luego a las armas que tenían con ellos. Tenía una arma de corto alcance, una de medio otra de corto y largo alcance.

Con una sola mirada tanto Annabeth y Percy se entendieron, ellas dos irían a por el monstruo mientras que él les daba cobertura, aparte de que si lo veía conveniente usaría el agua del mar para atacar también al monstruo.

Polifemo no se quedó quieto volvió a arremeter contra ellos, pero Clarisse llevó la punta de su lanza eléctrica a la piel del cíclope haciendo así que este gritase por el dolor y dando una oportunidad a Annabeth de atacar.

Debido a la dura piel de este la daga no profundizó todo lo que debería pero si logró hacer daño en la zona de las costillas. El monstruo intentó atacar a la rubia, pero la espada látigo de Percy se enredó en su muñeca para luego replegarla causando una corte un poco más profundo haciendo que este pierda más sangre de la que ya había perdido.

Debido a esa nueva herida ya no podía poyarse en esa mano para moverse, por lo que parecía una bestia herida. Aprovechando esa pequeña herida que le habían hecho en la muñeca y su falta de movilidad, tan Clarisse como Annabeth se lanzaron de nuevo a atacar.

La rubia se encargaba de las costillas mientras que Clarisse iba directamente a por la cara del monstruo. Si su enemigo intentaba algo Percy entraba en escena con su arma dispuesto a cortar más partes.

La pelea fue avanzando y tras un rato el cíclope ya no podía moverse por completo. Aprovechando eso Percy alzó una ola del mar y lo lanzó al interior de la isla. Con eso hecho ahora tenían que correr por la playa para llegar hasta la Venganza de la reina Ana para poder largarse del lugar y cumplir con la misión.

Corrieron con toda la energía que les quedaba. Tras unos minutos pudieron ver el barco en el que habían venido Percy y Annabeth. El bote con el que habían llegado no estaba, cosa obvia ya que lo habían usado Grover y Tyson para llegar, por lo que Percy agarró de la cintura a Clarisse y a Annabeth y saltó al agua, en el momento en el que su pie tocó la superficie del agua una columna salió del mar y los impulsó al barco.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora