⇢Capítulo 25.

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Cuando llegó a su lado todo se sintió distinto, extraño y ninguno supo que decir cuando sus miradas se encontraron. Luke estaba a punto de correr en la dirección que David se fue, pero su mano fue atrapada con una fuerza débil.

—¿Qué te dijo? —preguntó finalmente encontrando las palabras, su voz algo ahogada y desesperada.

Michael seguía mirándolo algo roto, el verde de sus ojos apagados mientras trataba de mirar a todos lados menos a él. Aunque sus manos seguían unidas era un toque vacío.

—Dijo que fuiste a verlo. —responde después de unos segundos que parecieron horas. —Y que hablaron mucho pero olvidaste dejarle tu número.

La boca del rubio se abre en sorpresa y vuelve a cerrarse cuando se parara nuevamente para correr, soltando la mano ajena mientras la rabia recorre su cuerpo. Puede que lo alcance si el cobarde no se ha escondido. Pero el suspiro a su lado detiene.

Michael se sienta nuevamente, hombros caídos y brazos sobre sus rodillas.

—Está mintiendo. —acalara sentándose frente a él en el suelo con sus piernas cruzadas.

—No tienes que darme explicaciones.

Luke rueda sus ojos, así que acerca un poco más y toma sus manos, los ojos verdes lo miran desde arriba. No sabe descifrar su mirada pero le duele.

—Fui al lugar de la tarjeta en las flores. Pero no me quedé a hablar con él, no acepté la comida y mucho menos pensé en dejarle mi número. —mientas hablaba sentía como el agarre de sus manos se hacía más fuerte. —Y le dije que no quiero verlo nunca más, pensé que era lo suficientemente inteligente para entender todo lo que dije pero sigue igual de estúpido.

Una sonrisa atraviesa el rostro del mayor al escuchar el tono en la última frase.

—¿Por qué fuiste solo? Pude ir contigo.

En realidad por su mente rondaba por qué Luke no le contó a nadie lo que había hecho. Porque es importante. O quizás le contó a Ashton y tiene sentido porque es su mejor amigo y él apenas apareció en su vida, no tienen por qué contarse todo.

—Porque era algo que debía terminar yo. —contesta con un encogimiento de hombros. —Además, ir contigo no me parecía una buena idea.

—¿Por qué?

—David es parte de mi pasado. —suelta sus manos para llevarlas hasta su rostro y acaricia suavemente sus mejillas con sus pulgares, quiere cerrar los ojos ante el contacto pero se mantiene mirando esos ojos azules en su rostro angelical. —Y tu estás ahora, en el presente, no tienes por qué estar involucrado en esa parte horrible de mi vida cuando eres tan importante y bueno para mi.

Michael baja la cabeza riendo avergonzado, no quiere que Luke note sus mejillas sonrojadas y tampoco el brillo de sus ojos que lo hace ver patético. Pero a Luke no le importa y se levanta para quedar de rodillas frente a él, sin importarle la gente alrededor, levanta su rostro y lo besa nuevamente.

Y aquel beso se siente distinto.

Es por eso que Michael comienza a pensar luego del desayuno, mientras caminan con sus brazos unidos por las calles con un batido de frutas y el viento revolviendo su cabello. La comodidad que siente alrededor de Luke jamás la ha sentido con nadie y en ningún lugar, la felicidad apareció en su vida desde que miró aquellos ojos preciosos ofreciéndole una taza de café caliente, el miedo de perder todo cuando escuchó lo que David dijo y luego la tranquilidad inestable cuando miró nuevamente sus ojos explicándole todo y diciéndole que es importante para él. Lo cotidiano y hogareño que tienen apenas cierran la puerta del departamento, cuando deben trabajar juntos y al hacer las compras. Pensó que eso solo existía en series de televisión, libros cursis y clichés, películas de Disney, pero en realidad todo eso existe junto a Luke.

⇢Café Pendiente ☓Muke Clemmings☓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora