⇢Capítulo 26.

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Sus pies descalzos cubiertos por calcetines blancos se movían al compás de la suave música que sonaba en la radio, su cabeza se encontraba reposada el suave hombro de su acompañante y sus manos estaban unidas, la suya era sostenida con tanta delicadeza, como si se tratase del cristal más delicado y valioso en el mundo, la mano en su cintura dejaba pequeñas caricias que lo hacían sonreír, la respiración en su cuello lo hizo cerrar sus ojos, dejándose llevar por la música y el cuerpo cálido que lo envolvía.

—Definitivamente esta es mi canción favorita. —Susurra Michael, su aliento haciendo cosquillas en su cuello.

—¿Por qué? —Pregunta, su voz sale un poco ronca, sus ojos se niegan a abrirse.

—Porque te tengo así de cerca por seis minutos.

Luke rió suave contra la piel de su cuello y un escalofrío agradable recorrió su columna, casi suspiró al sentirlo, pero continuó llevando el ritmo lento de la canción. Hasta que se movió unos sentimientos, sus mejillas tocándose, movimientos inseguros lo hicieron rozar sus labios contra la suave piel y finalmente fue el chico de ojos azules quien hizo el movimiento final.

El movimiento que juntó sus labios en una suave danza casi tan lenta como las de sus pies descalzos contra la madera fría.

Michael aún no encuentra las palabras que siente cada vez que prueba esos besos inocentes, pero una vez que pasa el tiempo se vuelven un poco más profundos y van perdiendo la timidez con la que comenzó. Por supuesto que le encanta, vuelve sediento después de separarse por un descanso, buscando saciar aquella sed y lo hace, Luke lo besa hasta que sus labios quedan completamente rojos, olvidándose de su nombre, queriendo vivir de esos besos y morir allí para renacer.

—Me gustaría quedarme toda la mañana aquí, pero- —Gruñó y no lo dejó terminar, sabe que tienen responsabilidades pero unos minutos más no le harían daño a nadie.

Luke finalmente soltó su mano para pasar ambas por sus hombros, apegándose aún más, abriendo la boca para profundizar más y más el beso, siempre ladeando su cabeza hacia el lado correcto, siempre haciéndolo sentir bien y dejándolo hipnotizado.

Estaba nevado, pero la temperatura se había elevando un poco, Luke pasaba sus dedos suaves por su mandíbula y con la otra tiraba un poco de su cabello, Michael tenía sus manos debajo de su sudadera, acariciandolo sobre la tela de su camiseta, sus lenguas salieron al encuentro y su cabeza se nubló, solo quería seguir apretando su cuerpo contra él y besarlo hasta que sus labios se desgasten.

Pero el sonido de la puerta los sacó a ambos de aquella situación en la que se encontraban, separaron sus bocas y rieron.

—Sigo creyendo que es una mala idea que ellos tengan llaves.

—Tu los invitaste a desayunar, Michael. —Le recordó finalmente separándose y arreglando su ropa.

—No me dejes hablar nunca más. A veces odio ser un buen amigo. —Se quejó caminando a la estufa, donde la tetera sonaba pero ninguno la había escuchado, tampoco notaron el cambio en la canción.

Pronto tuvieron compañía, Ashton entraba cargando una pila de cuadernos y Calum lo ayudaba.

—¿Qué estaban haciendo? —preguntó el profesor al notar la apariencia de ambos.

—¿De verdad quieres saber? —Calum pregunta elevando ambas cejas.

Luke frunce el ceño en su dirección, así que deciden caminar a la mesa.

—¿Por qué traen todo eso?

—Es la tarea que te quedó pendiente desde preescolar. —Responde el moreno a Michael, quien le saca el dedo del medio.

⇢Café Pendiente ☓Muke Clemmings☓Where stories live. Discover now