⇢Capítulo 18.

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El sol brillaba aquella mañana, sus mejillas estaban enrojecidas mientras caminaba junto a Calum luego de entregar unas hermosas margaritas a un hogar de ancianos porque celebraban el cumpleaños de alguien.

Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones disfrutando del sol y la caminata cuando el recuerdo de hace dos noches atrás llegó a su memoria, no recuerda nada hasta que llegó junto a Luke, ni siguiera sabe si llegó en taxi, caminando o en autobús. Solo recuerda la sensación de soledad instalada en su pecho hasta que se fue a dormir y despertó en la mañana con el olor a tocino y huevos proveniente de la cocina, fue entonces cuando la soledad desapareció de su pecho, fue reemplazada con calidez.

—Voy a celebrar mi cumpleaños.

—Lo sé, ¿piensas invitarme?

Calum rió. —Estarán los chicos de la universidad y será en el bar universitario. Tu y Luke deben pensar en qué van a estudiar, tienen hasta el jueves así puedo conseguir las identificaciones.

—Mañana es jueves.

El moreno asintió y se encogió de hombros.

—Envíame un mensaje antes de la medianoche.

Michel bufó para luego darle un golpe en el brazo a su mejor amigo, el resto del camino fue de ellos haciendo bromas disfrutando de aquel día cálido después de las lluvias.

—Te voy a enseñar pasos de baile así puedes conquistar a Luke.

—Eres algo insoportable, Calum.

—Ya te casaste de mi, ¿Luke también lo es?, ¿ya tuvieron su primera pelea?

—Discutimos porque dejé la ropa blanca en el cesto de la ropa de color. —confesó algo sonrojado bajo la mirada de su amigo.

—Iugh. Ustedes dos son tan... hogareños. Me enferman. —Sobreactuó una mueca de asco dándose cuenta de como las mejillas de Michaem se volvían más rojas y no era por el sol.

Soportó la mitad del camino las burlas de Calum hacia la relación hogareña -como le gusta llamarlo- que tiene con Luke. Y aunque estaba un poco avergonzado porque hace tiempo no se sentía de esa forma, le gusta.

—Bueno. Nos separamos aquí. —Le dice Calum cuando llegan a la calle de la cafetería. —No te olvides de lo que te pedí.

—Eres odioso.

—Lo sé. Nos vemos.

Y se fue por el camino opuesto. Entonces Michael continuó caminando, mientras se acercaba una sonrisa lenta se formó en sus labios cuando vio una mata de cabello rubio brillando en la vereda.

Luke se abrazaba a si mismo mientras tenía su rostro con los ojos cerrados en dirección a los rayos de sol, en su rostro se podía reflejar la tranquilidad en su máximo esplendor. Sus ojos verdes examinaron aquella mandíbula suave, su nariz pequeña pero muy bonita y la forma en que sus pestañas parecían caer con gracia sobre sus mejillas, casi con miedo de tocarlas, luego sus labios finos y rosados, además de unas cuantas pecas rodeando su nariz.

—¿Te pusiste protector solar?

Aquellos zafiros se abrieron abruptamente cuando sonrió la voz de Michael cerca, quien inmediatamente tomó su mano y lo tranquilizó con un simple toque.

—No quise asustarte.

—Está bien. —Sonrió el rubio mientras entrelaza sus dedos y su mano libre la mete en el bolsillo de la sudadera de Michael. —Si estoy usando protector solar, ¿Y tu?

—Nop. —Responde siguiendo la mano del ojiazul. —¿Qué haces aquí afuera?

—Tomo algo de vitamina D.

⇢Café Pendiente ☓Muke Clemmings☓Onde histórias criam vida. Descubra agora