⇢Epílogo I

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[Primera parte]

Fue difícil volver a lo que tenían antes, hubo lágrimas, discusiones, risas, largas conversaciones, silencios... pero nadie dijo que sería fácil y fueron lo suficientemente valientes en los meses más complicados.

Luke se encontraba leyendo en la terraza, un vaso enorme de limonada lo esperaba en la mesita junto a la silla, llevaba solo el short de su traje de baño, no podía usar nada aún en la parte superior de su cuerpo porque se le olvidó ponerse protector solar y se quemó un poco.

Decidieron hacer un viaje antes de volver a la rutina, el rubio seguía con terapia semanal, pero su psicóloga le dijo que estaba listo para viajar unos días, así que ahí estaban, en la casa de veraneo de los Clifford en Australia.

—¡Luke! —el grito de Calum lo sobresaltó, si, habían viajado todos juntos—. ¡Luke, Ashton dice que le devuelvas sus malditos audífonos!

—Los tenías tu —responde con el ceño fruncido.

—Es que los perdí —admite bajando la voz sentándose en la silla desocupada—. Y si dices que tu los perdiste no se va a enojar.

—¿Y por qué yo haría eso?

—Porque yo ya perdí unos y dijo que jamás me prestaría los que acabo de perder.

Se rio ante la expresión lastimera de Calum, pero terminó cediendo y tal como lo predijo, Ashton no se molestó.

Pudo continuar su lectura con normalidad hasta que alguien silencioso se sentó a su lado, dejando una botella de cerveza junto a su vaso. Cerró su libro y se volteó a mirar esos ojos verdes.

—Hola.

Michael le sonrió y estiró una mano.

—¿Cómo te sientes? —Luke entrelazó sus dedos y se inclinó un poco más cerca.

—Bien, aún me arden los hombros.

—Mamá dijo que la crema te va a curar —el rubio asintió a sus palabras— pero yo creo que exageras para que te cuide.

—Y para que cocines para mi.

—Sabes que lo haré de todas formas, no tienes que fingir.

Luke rio junto a él, se sentía tan tranquilo.

—¿Calum y Ashton ya se fueron?

—Sip, dijeron algo de tu piel sensible al sol y que ellos si sabían ponerse protector solar, así que corrieron a la playa, pero nosotros tenemos la piscina —arqueó sus cejas y Michael se puso de pie, sin soltar su mano se puso frente a él.

—Espero que unas cuantas olas los derriben y la arena caiga en sus ojos —habló al tiempo que se levantaba y apoyaba su mejilla en el hombro de Michael, quien lo abrazó rodeando su cintura con ambos brazos, su corazón latió con fuerza cuando lo escuchó reír.

Se aferró a sus hombros tomando una respiración profunda, Michael era una mezcla de crema para quemaduras, protector solar y shampoo de coco, su piel estaba cálida debido a la temperatura y suave.

Separándose un poco, buscó sus ojos, tan hermosos y verdes como siempre, cada vez más brillantes, no se cansaba de perderse en ellos. Se acercó lentamente, rozando la punta de su nariz con la de él para finalmente unir sus labios en un beso tranquilo, sin prisas, disfrutando del otro, el amargo de la cerveza y lo ácido de la limonada, ladeando la cabeza, tomando respiraciones cortas para volver a besarlo.

Le había costado al principio, no quería avanzar más allá de tomar su mano por el miedo a no poder volver a estar bien, a lastimarlo nuevamente, pero luego de unas semanas él fue quien dio el primer paso y lo besó, fue como su primer beso, la misma sensación de mariposas en el estómago, las ganas de querer salir y gritarlo a todo el mundo, pero solo se conformó con sonreír contra su boca, sonrojarse y esconderse en sus brazos.

⇢Café Pendiente ☓Muke Clemmings☓Where stories live. Discover now