⇢Capítulo 9.

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La habitación estaba iluminada por la pequeña lámpara en la mesa de noche, le daba una luz cálida y tranquila, la cama estaba al centro de la habitación, un suave y mullido edredón blanco la cubría. Había un armario en la pared, aunque no estaba muy lleno, Michael se sentía feliz de tener un lugar donde dejar sus cosas.

La noche cayó rápido sobre ellos, terminaron de ordenar y subieron agotados.

Sus ojos verdes recorrieron la habitación y un nudo se formó en su garganta, después de años en el abandono había encontrado un lugar cálido y seguro para dormir. Y había encontrado a un ángel.

Así que esa noche soñó con unos ojos azules brillantes y profundos.

Y el despertar fue aún más cálido, los suaves rayos de sol se asomaban por la ventana, no había rastros de lluvia aquella víspera de año nuevo. No podía creer que lo pasaría en un lugar acogedor y no borracho en el parque.

Escuchó un suave canto en la cocina apenas cruzó el pasillo.

—Hola.

Luke dio un pequeño salto en su lugar y dejó de cantar. —Buenos días. —saludó volteando y viendo a Michael de pie en la entrada de la cocina. Sus mejillas se tornaron un poco rojas cuando recordó que lo había escuchado cantar.

—Voy a tomar un baño y estaré listo para mi primer día de trabajo. —anunció con una sonrisa suave.

El rubio asintió. —Luego vienes a desayunar.

El ambiente era dulce y cálido, sentía que en cualquier momento se ahogaba en una taza de chocolate caliente y despertaba sobre una esponjosa nube hecha de malvaviscos, en un cielo azul como los ojos de Luke.

Pero todo cambió cuando bajaron, el de ojos verdes estaba algo nervioso. No quería equivocarse y decepcionar a Luke, así que tomó el cuaderno que este le tenía y leyó.

—Cada caja va con la dirección. —acalara Luke al ver la mirada temerosa en Michael. —Y llevas el número de teléfono de los clientes.

—Está bien, lo he hecho antes repartiendo flores. —sonrió algo nervioso. —Entonces ¿me voy?

Luke ríe negando, lo hace esperar unos segundos, en los que va a su oficina y regresa con una sudadera, tiene el logo de la tienda. Se la da a Michael y este inmediatamente la toma.

—Es tu uniforme. —explica. —Apenas Liam llegue puedes ir. Usamos su carro para los repartos.

Michael asintió, entonces tomó asiento al lado de Luke en la caja. Ya había movimiento en la cocina, ellas son las primeras en llegar a hornear algo de lo que Luke deja listo unas horas antes.

Se quedó mirándolo un momento, no había visto antes los suaves hoyuelos que se marcaban en sus mejillas, tampoco se había dado cuenta que posee una nariz muy bonita. Su cabello rubio estaba creciendo, pequeños rizos se estaban comenzando a formar y le parecía adorable.

Sus manos, se veían suaves mientras movía los papeles que Annie había dejado para él.

—¡Buenos días!

Alejó sus ojos de Luke, no quería hacerlo pero la voz de Annie resonó en el lugar, la miró, aún seguía casi flotando en su silla y no sabía la razón.

—Hola, compañero. —le dice la chica con una sonrisa al verlo con la sudadera que ella misma recibió el día de ayer.

—Hola. —saludó algo nervioso.

—Annie necesito que limpies el baño antes de comenzar. —le dice Luke con una sonrisa. Y Michael cree que tiene el mejor jefe del mundo, definitivamente Joy quedó en el segundo puesto.

⇢Café Pendiente ☓Muke Clemmings☓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora