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—Vas a reprobar si no quitas esa cara- le susurró Hidan a su mejor amigo. 
—Jodete.

Las clases estaban iniciando a penas. El rubio sostenía su rostro con la palma de su mano, mientras dibujaba garabatos sin sentido. Sus ojos azules acuosos denotando los esfuerzos sobrenaturales que hacía por no tirarse a llorar. Hacía un mes que Sasori lo ignoraba, apenas salían y se centraba cada vez más en la escuela. Acababan de iniciar curso, pero su novio no le prestaba atención a algo que no fuesen sus libros. Deidara llegó a pensar que lo estaba engañando, llegó a la vergonzosa necesidad de seguirlo por una semana entera para satisfacer sus estúpidas inseguridades, pero el pelirrojo no se mostraba ni un poco sospechoso. 

-Detesto al enano ese. No hace más que tenerte como un estúpido mal cojido todo el tiempo. 

Deidara le lanzó una mirada molesta a su amigo religioso, iba a decirle de todo, cuando la clase fue interrumpida por la trabajadora social que siempre miraba con malos ojos a todo aquel que alguna vez hubiese pisado la dirección por un reporte, osea, la que lo odiaba a muerte, la prefecta Anko.

-Hashirama-sensei- dijo después de tocar- ¿Podemos pasar?

Deidara notó que alguien tras ella miraba sin expresión, grande fue su sorpresa al ver un tipo guapo (¿Que decía guapo? ¡Guapísimo!) Esperando tras la regordeta figura de la mujer.

Su cabellera larga negra, recogida en una coleta, y el uniforme pulcro haciéndolo lucir como un total Adonis.

-¿Y ese bombón?- preguntó Hidan con los ojos casi saliendo disparados. La clase entera parecía haberse unido en un sonrojo conjunto. 

Hashirama asintió amable, y la mujer entró con el chico a sus espaldas. Sus ojos negros ni siquiera pasaron por los alumnos, simplemente miraba a su alrededor.

-Él es Uchiha Itachi, se integrará a su grupo dado a que se terminó su intercambio por Europa. Tratenlo bien, por favor- la mujer, con orgullo, lo hizo dar un paso al frente, posando sus manos en los hombros del alumno. El recién presentado sonrió de lo más falso, sin dejar de ser una sonrisa linda.
-Mucho gusto a todos, espero llevarnos bien.

Deidara sintió su rostro arder al escuchar aquella profunda voz. De su garganta casi sale disparado un vergonzoso quejidito de lo lindo que era. Si era un Uchiha, entonces debía estar relacionado con la familia de su cuñado, Sasuke. Un clan bien acomodado y de prestigio, como si todo en ese tipo gritara deseoso por ser el centro de atención, sin realmente pretenderlo. 

-¿Un Uchiha? -su amiga Konan que se sentaba en el pupitre trasero se acercó a Deidara- ¿No es familiar del novio de Naruto?
-Me imagino que sí. Tu hermanito tiene suerte de estar rodeado de gente agraciada, Dei-chan.- Hidan se removía ansioso mientras la prefecta explicaba tonterías sobre los valores y mierdas de esas. 
-¿Suerte o desgracia? Naruto tiene que aguantar al bastardo de Sasuke mientras Itachi camina por ahí siendo perfecto- murmuró Deidara con diversión. El platinado concordó mientras cuchicheaban cosas sobre el nuevo, haciendo a Konan fruncir el ceño.
-Oigan, tenemos novio ¿Recuerdan? No podemos estar hablando así de alguien.

El Namikaze volvió a la realidad. Los ojos miel de Sasori le revolvieron el estómago. No podía estar pensando así. Apartó la mirada de Hidan y la dirigió a Itachi. La luz de las ventanas se colaba por entre las cortinas. Suaves destellos de rayos solares golpearon la espalda del azabache, dándole una imagen de divinidad. Deidara se quedó con la boca abierta mientras los ojos del Uchiha conectaban con los suyos sin parpadear, como si se concentraran en él. Era la primera vez desde que había entrado, que el recién llegado le dirigía la mirada, logrando que Deidara se estremeciera. 

Eso, era arte sin dudar.






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↺𝙳𝚘𝚗'𝚝 𝚑𝚊𝚗𝚐 𝚞𝚙 「sasodei」Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon