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Ya teniendo a Deidara en su cabeza desde hacía unos horas, Sasori, le dedicó un par de recorridos más por su mente.

Sin duda lo primero que recordó, fue su primera pelea. Si algo tenía Deidara, era que complicaba mucho cosas sencillas. Si Sasori era celoso, Deidara lo era más cuando las cosas se veían demasiado comprometedoras. Una vez mientras ellos a penas iniciaban su relación, Sasori ayudaba a una compañera a terminar con un proyecto que se les había asignado en su grupo. Estaban en la biblioteca, repasando un par de apuntes y rellenando un cuestionario.

Sasori mentiría si dijera que aquella castaña cuyo nombre ni recordaba, no estaba demasiado entusiasmada por estar con él a solas, aunque fuera únicamente para pedirle ayuda en la tarea.

Él era jefe de grupo, siempre lo había sido, y estaba en la necesidad de ayudar a quien se lo pidiese. Aquello sin duda le fastidiaba un poco, pero en realidad la mayoría de sus compañeros le tenían miedo y apenas se le acercaban. Así que se sorprendió de ver a esa tímida chica que se sentaba hasta atrás, dirigirle la palabra a él para que la ayudase con trigonometría.

Estaba explicándole algunas cosas de las que supuestamente le confundían, cuando la joven le miró a los ojos intensamente. Sasori se sorprendió, mirando de vuelta a la chica.

—¿Ya te perdiste?— preguntó pacientemente. Ella se sonrojó, pero no apartó la mirada, si no que se acercó peligrosamente a su rostro hasta que sus narices se tocaron.

El pelirrojo se apartó de inmediato, pero no tuvo tiempo de explicarse cuando un fuerte grito brotó de una se las esquinas de dónde estaban. Lo peor era que aquel día la biblioteca estaba atiborrada, así que mucha gente presenció la escena que se suscitaba ahí.

—¡¿Qué crees que haces intentando besar a mi novio?!— gritó Deidara.

Konan, apenada intentaba jalarle fuera de ahí , para que al menos no hiciera una escena en aquel lugar. Hidan parecía muerto de la risa en su asiento. Todos estaban tan sorprendidos que nadie se atrevió a callar a aquel rubio de voz grave.

—¿N-novio?— preguntó sonrojada la pobre muchacha— y-yo no tenía idea, l-lo siento m-mucho.

La chica tartamudeaba al borde de las lágrimas, con las mejillas encendidas y la vergüenza siendo más que notoria. Sasori golpeó con su palma su frente, demasiado avergonzado y molesto por aquello.

—Será mejor que hablemos esto afuera— dijo con voz calmada. Comenzó a recoger sus cosas y las de su compañera, no iba a pasar más vergüenza en aquella estancia.
—¡No me digas que no sabías, cuando nos hemos estado besando en frente de la escuela toda la semana!— siguió reclamando Deidara a la involucrada.

Sasori le tendió sus cosas a la castaña, disculpándose por aquello. Ella más que apenada, se disculpó de vuelta por actuar así, y salió corriendo para no enfrentarse a un agresivo Deidara, quién esta vez fue retenido por Hidan también para que no la fuese a alcanzar. Ante la atenta mirada de varias personas, los cuatro salieron también, pero a la parte trasera del edificio, dónde a penas pasaba gente y podían discutir a gusto.

—¡¿Qué crees que estás haciendo?!— esta vez gritó Sasori.
—¡Vigilando que no me estuvieras siendo infiel!

Los amigos del Namikaze los dejaron solos. Huyeron antes de que Sasori les hiciera algo, porque como bien sabían todos, el de ojos cenizos solo tenía esa vibra tranquila cuando no lo provocaban.

Ambos discutieron un buen rato, Deidara termino por ser regañado al ceder ante el indomable de su novio. Ahora que Sasori lo podía recordar, lo hacía con una sonrisa, porque Deidara siempre fue así de explosivo e infantil. Cosa que le conmovía.

Sin embargo, su sonrisa se borró, porque para entonces, no sabía si Deidara le dedicase otra escena así, aunque fuese una vez más.









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↺𝙳𝚘𝚗'𝚝 𝚑𝚊𝚗𝚐 𝚞𝚙 「sasodei」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora