↺𝙳𝚘𝚗'𝚝 𝚑𝚊𝚗𝚐 𝚞𝚙 ｢sasodei｣

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Deidara miraba el techo de su habitación con desdén. Sus manos se unían tras su nuca y sus lágrimas caían sin restricciones. De verdad que se sentía jodido.

Antes, la actitud de Sasori no le era tan molesta, pues al menos, le regalaba pequeños momentos que los llenaban por completo. Desde antes y después del sexo, hasta mientras estaban haciéndolo. Sasori soltaba cariñitos y palabras lindas de la nada, acelerando su corazón, pero hacía un vacío mes que lo mantenía más que alejado de su relación, que parecía ser solo una amistad de ratos, dónde Sasori de verdad no le daba la atención que esperaba.

Aparte de todo, se sentía confundido después de quedarse suspendido en una laguna de pensamientos cuando Itachi Uchiha había aparecido a su vida. Lo había estremecido con tan solo verlo.

Incluso, lo había llegado a definir cómo arte, pero no, no lo podía aceptar. No aceptaría que algo tan cotidiano como un ser humano, pudiese sobrepasar los límites de su especie para convertirse en una pieza de arte. De igual forma, no lo iba a admitir. Itachi Uchiha no entraría en su concepto de arte.

Lloró un rato, porque de verdad se sentía mal. Le afectaba bastante que Sasori no le prestara la atención que necesitaba. Le dolía bastante que su novio fuese tan patán con él. Lloró, hasta que tres golpes sordos se escucharon en la puerta de su habitación. Se asustó, pues nadie debía estar en casa a esas horas. Sus padres salían de la ciudad por trabajo, Naruto estaría en casa de Sasuke, nadie más que...oh claro. Había olvidado por completo a alguien, pero era tan raro verlo en casa, que ni siquiera lo contaba.

-¿Qué quieres Menma?- preguntó secó a su hermano menor.
-Dejame entrar ¿Si?- fué lo único que le dijo.

Con un largo suspiro, Deidara le dejo entrar con un corto "está bien". El gemelo de Naruto, se adentró a su cuarto, con su rubio cabello tan característico de los Namikaze, teñido de negro, sus orejas infestadas de aretes y un piercing adornando su labio inferior. De algún modo, seguía siendo atractivo, pero se la había pasado mucho tiempo fuera, no estaba con su familia. Era el típico adolescente rebelde que conducía motocicletas y fumaba frente a su instituto, al cual lo habían cambiado varias veces.

Aún así, no tenía problemas con sus padres más allá de que fumaba, tampoco con Naruto, pero a Deidara le molestaba su ausencia. Menma antes, siempre había protegido a Naruto y a él, pero desde que estaba en preparatoria, sus prioridades cambiaron, y ahora, como el mayor, Deidara debía cuidar de si mismo y de que Naruto no fuese lastimado.

Sabía que era muy egoísta de su parte cargarle todo a Menma, que se esforzaba por controlar su mal temperamento para no atacar a nadie. Trató de ocultar su felicidad cuando el menor lo atrapó entre sus brazos mientras acariciaba su pelo. Los brazos de Deidara se enredaron el la cintura de su hermano, mientras lloraba sobre su pecho. Lo había extrañado demasiado, y sumándole que aquel había sido el peor de los meses, se sintió realmente confortado.

-¿Me dirás qué pasó, Dei?- preguntó el menor con amabilidad. El nombrado negó con un suave movimiento de cabeza, aferrándose más a su cuerpo.- está bien, entonces me quedaré aquí contigo.

Sus palabras lo hicieron sollozar con más fuerza. Había necesitado bastante de eso.

Ambos hermanos terminaron durmiendo juntos, abrazados, con la mano de Menma reconfortando la espalda de Deidara, el que se debatía una y otra vez si Sasori debía doler tanto, o simplemente dejarlo ir de una vez.

Pero su corazón no dejaba de latir al verlo, por más tiempo que pasara. Sus ojos no se querían apartar de él, y sus manos eran atraídas como si fuese un imán. Sasori era ese lugar al que no necesitaba más que un beso espontáneo, una caricia sorpresiva, para que lo dejaste cautivado. Sasori eran los efímeros momentos que tanto apreciaba y cuidaba en su memoria, que le aportaba una explosión de sentimientos que duraban un destello, pero que lo hacían sentir infinitamente amado.

Ese era el amor de Sasori, y eso era lo que él no quería dejar atrás.

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