(LGBT+) Archibald puede ver fantasmas.
Darla es algo muy parecido a uno.
Un espíritu no puede conservar su lugar en el mundo, sin embargo, Darla piensa que con ayuda de Archie podrá cumplir al menos un último deseo.
Peligrosos eventos envolverán a l...
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Archibald no tenía idea de lo que estaba haciendo, de hecho, la petición le parecía una total locura, pero supuso que al menos podía intentarlo, así que silbó tan fuerte como pudo, prolongando el sonido tanto como sus pulmones se lo permitieron.
Por un momento el tiempo se detuvo en el lago, ni las voces, ni siquiera el sonido del agua o el viento pudieron ganarle. Aquel ruido pareció tener un efecto inmediato en todo su entorno, especialmente en la sanguijuela, que retrocedió de golpe mientras los espíritus dentro de ella luchaban con más fuerza para liberarse, la piel de la criatura se estiraba de maneras imposibles, mientras esta tropezaba torpemente a sus alrededores, tratando de contraatacar sin conseguirlo. Archibald rodó lejos cuando uno de los intentos de atraparlo fue lo suficientemente certero. Escapó por poco.
De repente una luz brilló a espaldas de la sanguijuela, que se giró de golpe, para encontrarse con Mercy, cuyos tatuajes en la mano derecha brillaban de manera inusual. Archie tardó un momento en notar que Darla sostenía al chico de los hombros, proporcionándole la poca energía espiritual que le quedaba. La desaparición debió haber durado un suspiro, porque ella no debería estar ahí.
Archie dejó de silbar por un instante, ese descuido hizo que la criatura se lanzara sobre Mercy.
—¡Ni lo sueñes! —exclamó el monstruo, pero su pericia no duró demasiado, pues Archie reanudó el silbido, haciendo que la sanguijuela cayera frente al muchacho, indefensa, pero llena de ira.
Aquello no pareció inmutar a Mercy, quien recitaba palabras en un idioma extraño, mientras colocaba la mano en el suelo. Un círculo de luz rodeo a la criatura, quien se retorcía tratando de escapar. Había una energía extraña moviéndose en la tierra, era como si respirara.
Aquella energía intensa y electrizante les recorrió el cuerpo.
El silbido se volvió más profundo, solo pudo mantenerlo por sus buenos pulmones y quizás por las clases de canto. Sin embargo, la criatura intentó librarse, luchaba contra el círculo de luz, al tiempo que trataba de atacarlos. Archie se dio cuenta entonces que él también estaba indefenso y, además, estaba muy cerca de la sanguijuela.
—¡Que haces humano! ¿Estás tratando de exorcízame? ¡No te atrevas o cuando te atrape me encargaré de pulverizar tus huesos uno a uno antes de devorarte!
En ese momento Archie fue consciente de que estaba luchando contra una criatura engañosa, pues a pesar de las amenazas aterradoras que lanzaba, al darse cuenta que Mercy estaba ignorándolo, se arrastró cerca del límite del círculo mágico y lo "miró".
—No tienes que hacer esto humano, eres poderoso, puedes ser más poderoso, puedo darte lo que quieras si madejas ir y haces un trato conmigo —su voz se volvió baja, suspicaz, pero también escurridiza y dulce—. Sé que mi poder puede serte útil, hay alguien a quien desea ayudar, si me aceptas puedo...
Mercy aumentó la fuerza de su hechizo, mientras que Archie se tomó un instante para tomar aire e inmediatamente reanudarlo. Aquel repentino golpe consiguió que los fantasmas que luchaban por salir se liberaran poco a poco. La sanguijuela gritó de manera tan desgarradora que parecía que hubiese sido amputado, probablemente era la sensación que tenía en esos momentos.
