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A las dos de la tarde un equipo de la otra escuela llegó a causar revuelo en Saint Rudolph

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A las dos de la tarde un equipo de la otra escuela llegó a causar revuelo en Saint Rudolph.

El grupo estaba compuesto por los chicos que serviría para formar parte de la exhibición, el grupo de porras y algunos extras que sólo habían ido porque podían hacerlo. Así que eran al menos cincuenta muchachitos en dos grandes camiones amarillos que los alumnos del Saint Rudolph miraron con fascinación y un toque de desdén.

Por su parte, los visitantes de Saint Pearl parecían encantados con la escuela. Viniendo de un internado de baja categoría también se sintieron un poco envidiosos por las obvias comodidades de las que los niños ricos gozaban. Se notaba por encima, desde la construcción, los salones climatizados y las amplias habitaciones en las que los hospedaron que la academia no sufría de carencias.

Archibald echó un vistazo desde lejos a los uniformes cafés, confeccionados con tela de algodón barato y las corbatas y moños de mal gusto que adornaban sus cuellos. Parecían salidos de un cuadro de Botero, Archie no tenia idea de porque, pero en su mayoría se veían incomodos, sufriendo en voz baja.

Le hubiera gustado acercarse un poco más, pero había demasiada gente pendiente de aquel grupo y además Nicole no paraba de hablar sobre la manera tan desconsiderada en la que Claus la dejó antes de su aniversario.

Cuando ella terminó de llorar, se sintió un poco aliviado al respecto y le dedicó algunas palabras de consuelo, tratando de hacerla sentir mejor aunque sabia que Claus era un imbécil con el que no se podía convivir civilizadamente, sin embargo, no podía decirle eso, por lo que guardo silencio hasta que ella estuviera satisfecha y se despidieron. De inmediato Archibald divisó una cabellera castaña ondeando en los pasillos y corrió detrás de ella tan rápido como pudo.

Era Maxine Reed, a quien todavía le debía un favor, así que intentando mantener alejada la mente de Nicole y de la culpa que le generaba el no sentirse mal por su ruptura, se dispuso a finiquitar otros pendientes.

Una vez que alcanzó a Maxine, tiró de ella a un salón solitario y cuando la chica le miró con una sonrisa confundida en el rostro, él sacó el celular del bolsillo interior de la chaqueta, moviéndolo con suavidad.

—Prueba superada —dijo, extendiéndole el aparato. Ella lo tomó en sus manos y asintió.

—No volveré a sacarlo de aquí —se lamentó, frotándolo contra su mejilla. Archie sonrió al verla, Maxine Reed resultó ser mucho más normal de lo que se veía a simple vista. Era una chica simpática.

—¿Y? —preguntó, balanceándose sobre sus pies—. ¿Has sabido algo del grupo de estudios?.

Ella tardó un momento en responder, porque estaba muy ocupada conectándose a IG, la escuela siempre tenia el Wi-FI activado y como si hubiesen resignado a los celulares metidos a escondidas, no tenían limitada la red.

—Bueno, ellos tienen sus reuniones, por lo regular, en las mesas de piedra a partir de las cinco de la tarde o en el aula 1408, dependiendo del clima —Maxine miraba la pantalla del teléfono al hablar, pero, después de algunos segundos bloqueó la pantalla, dedicándole su entera atención—. Sin embargo, ahora no están activos, dijeron que no tenían cupos y además todos estaban enfermos, a excepción de Aron, que ya se ha recuperado y Tiffany, que nunca se enfermó —ella se encogió de hombros—. Parece que pescaron algo juntos.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Where stories live. Discover now