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Por increíble que sonara la siguiente semana estuvo todo tranquilo

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Por increíble que sonara la siguiente semana estuvo todo tranquilo. De vez en cuando Darla aparecía para contarle los avances de su investigación (que no eran muchos hasta ahora) o a cotillear sobre cualquier cosa. Era un espíritu bastante sociable y se había vuelto mucho menos irascible con el paso de los días. Al menos ahora no era tan insistente con que le contestara en público, pues entendía que él la estaba escuchando, aunque no abriese la boca. De vez en cuando Archie incluso le dejaba saber su opinión con alguna mueca.

Por su parte, los rumores lograron acallarse por culpa de la alta actividad escolar. Para cuando la gente se enteró de lo de Maxine, ya era momento de volver a casa. Habría una semana libre de actividades luego de sus últimos exámenes, así que él iba a aprovechar para ir a ver a sus padres y probablemente terminase la semana en casa de sus abuelos. Era la rutina de siempre, sin embargo, el receso de después de los exámenes le ayudaba a recuperar fuerzas para las estupideces de sus compañeros.

Lástima, lo único que extrañaría serían a Irene y a Peter, pero por una semana lejos no iba a morirse. En cuanto a Nicole, bueno, ella no se había aparecido frente a él después del asunto con Sunshine y por suerte esta última también desapareció de su vista.

Ojalá hubiese pasado lo mismo con Darren. El chico, con quien siempre había mantenido una relación más o menos cordial, se había unido desde hace varios días al club de "odiemos a Archibald", hasta el punto en que su comportamiento condenatorio era ridículo y muy obvio. Darren se había unido al grupo de prefectos desde que entró a la High school y en ese momento estaba usando ese pequeño puesto de autoridad para regañarlo por cualquier cosa.

—Creo que ganaste otro anti-fan —Le había dicho Peter después de intentar ahuyentar al muchacho con amenazas—. Y uno más duro de lo que parece —gruñó, mostrándole la advertencia previa al reporte que le había dejado después de hablar con él.

—Lo siento hombre, no sé lo que le pasa —Se quejó Archie, mirando con culpa aquel pequeño documento. Siendo un becado Peter debía mantener lo más limpio posible su historial académico para mantenerse dentro de la escuela—. Espero que cuando regresemos se le haya pasado —suspiró—. Si no lo hace, por favor evítate los problemas, no sé con qué cara vería a tu abuela si se enterase que te expulsaron por mi culpa.

—Oh, si me expulsaran mi abuela me mataría, me reviviría y volvería a matarme, pero a ti no creo que te haga nada, a ti te ama —comentó, soltando una sonora carcajada.

—Supongo que tengo cierto carisma para agradar a los adultos, tu abuela siempre ha sido un encanto conmigo —comentó, para después fruncir el ceño—. Bueno, el director es una excpción.

Y era verdad, la abuela de Peter aun recordaba cuando Archie le regaló algunos de sus uniformes viejos (cuando todavía tenían la misma contextura) o consiguió toda la lista de libros para el chico en el último año de la elementary school. El peor momento, económicamente hablando, en la vida de Peter fue alrededor de los once años y la madre de Archibald les dio un préstamo para que este no tuviera que abandonar la escuela. Actualmente las cosas habían mejorado en un cuatrocientos por ciento y aunque el chico seguía necesitando la beca, se encontraba en una posición más desahogada. 

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora