15

1.1K 129 42
                                    


Hoppsan! Denna bild följer inte våra riktliner för innehåll. Försök att ta bort den eller ladda upp en annan bild för att fortsätta.


—¿Estás bien? —Archibal le tendió la mano al muchacho, mientras su mente permanecía estancada en Darla y la manera en la que había desaparecido.

¿Dónde estaba? De la forma más disimulada posible echó un vistazo a los alrededores, intentando encontrar su silueta en algún lugar de la calle, pero no había ni rastro de ella.

—Estoy bien —el chico recibió su ayuda a regañadientes y luego recogió su patineta, la cual estaba cubierta de basura—. Y us... —él levantó la vista, quedándose en silencio durante un segundo—. Oh, usted es el hyung que vive en la casa de la esquina —agregó, señalando el final de la cuadra.

Archie frunció el ceño.

—No me hables de usted —gruñó, sintiendo un escalofrío. El apenas tenía diecisiete años, no era para tanto, ni siquiera era mayor de edad en todo el mundo. Él chico se le quedó mirando, conocía esa expresión, era como si le estuviera dedicando un pensamiento de lástima.

—Seguro —respondió extendiéndole la mano en un saludo—. Mercy —dijo, sin cambiar su tono.

—¿Como? —Archie miró la mano del chico y respondió al saludo por inercia.

—Me llamo Mercy, gracias por la ayuda —luego lo soltó y se giró hacia el grupo de chicos que se reían de él—. Entonces, nos vemos, tengo algunos asuntos de los que ocuparme —Mercy caminó decidido hacia ellos y estos reaccionaron cómo si el diablo estuviese tras sus almas, porque se echaron a correr.

Archibald levantó una ceja, preguntándose cuando sería el día en que él pudiese imponerse de la manera en que ese chico cubierto de basura lo estaba haciendo en ese instante. Suspiró mirando el desastre con los botes y decidió colocar todo en su lugar antes de volver a casa. Mientras trabajaba en ello, echaba un vistazo a su alrededor, preguntándose qué tanto tardaría Darla en volver. No era como si él pudiese hacer mucho al respecto, pero tenía que admitir que la última semana se había acostumbrado demasiado a la presencia de la chica flotando a su alrededor.

Dios, él no podía creer que de repente extrañara su molesta voz sonando sin parar en su oído y los chistes estúpidos que solía hacer sobre él.

Un poco malhumorado regresó a casa, donde su madre lo esperaba con el almuerzo. Aquella mujer era imparable, pasaba todo el maldito tiempo cocinando, limpiando, regando sus plantas o hablando por teléfono con alguna de sus amigas sobre el chismorreo semanal del gimnasio al que asistía. Ella estaba tan acostumbrada a ser ama de casa, que no se imaginaba cómo lidiaría con la vida si su padre realmente le diera la cantidad de dinero que gasta una familia regular.

—Mira Archie, el señor bigotes está aquí —dijo la mujer, señalando la ventana donde un enorme gato negro de brillantes ojos verdes lo observaba en silencio, como un rey sobre su trono.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Där berättelser lever. Upptäck nu