Sobre mi cadáver (HDLO#1)

6

Archibald Noble era más difícil de lo que parecía. No importaba que tanto lo intentara, sus momentos de debilidad eran pocos y Darla tenía que aprovecharlos al máximo sí quería hacerlo flaquear.

Ella llevaba ya un tiempo detrás de él y no parecía que el chico fuese a dar su brazo a torcer, en realidad, el paso de los días solo pareció ayudarlo a acostumbrarse a su presencia. Sin embargo, no todo había sido tiempo perdido, pues observar de cerca la insólita rutina de aquel extraño muchacho le daba la sensación de que se estaban acercando y eso quería decir que quizás, en algún punto ella podría conseguir que accediese a ayudarla.

—Poesía oscura —dijo asomándose en las páginas que el chico estaba leyendo—. Sí que te queda bien —aseguró, sonriendo mientras le dedicaba una expresión de suficiencia.

Archibald frunció el ceño de manera ligera, no estaba dispuesto a ceder ante las provocaciones de Darla, pero había tenido ganas de mostrarle la tapa del libro y decir "¡Es Mark Twain! ¡Por dios!"

Cada vez que Darla abría la boca para opinar sobre alguna de las actividades diarias de Archibald sonaba cómo una sabelotodo, pero casi nada de lo que decía era correcto.

Había pasado ya una semana desde que la chica se había pegado a él, por lo que las continuas intromisiones en su vida de habían vuelto tan cotidianas cómo insoportables. Sobre todo, para alguien que no podía contestar a las acusaciones como era debido.

"Odio mi vida" pensó, resoplando en su sitio y dejando caer los hombros. Su mirada se quedó clavada en las páginas frente a él durante largos segundos antes de que levantara la vista para buscar a la bibliotecaria, a esas alturas, sería más fácil que sacara el tomo e intentara leerlo tumbado en su cama, al menos así tendría una pequeña manera de aliviar el estrés.

Malditas lecturas obligatorias.

Sus ojos barrieron la vacía biblioteca, la encargada no estaba en su sitio, así se estiró un poco para ver entre las estanterías. Al principio no encontró nada, pero después de unos segundos captó al fondo de la biblioteca la silueta de espaldas de un hombre. Su boca se entreabrió, mientras sentía su corazón latir fuerte por el pánico, el hombre se giró y le sonrió, saludando con la mano, era el maldito médico de bata blanca. Cuando Darla se asomó hacia donde tenía fija la vista, el extraño ente desapareció.

—¿Qué pasa Noble? ¿Acaso haz visto un fantasma? —preguntó, para después soltar una carcajada ante su propio chiste. Aquello no le causó ninguna gracia.

—¿Has visto tu alguna vez a un fantasma con bata blanca? —preguntó de golpe, sorprendiendo a la muchacha, quien ya se había resignado a que Archie no soltaría prenda pronto.

—¿Un fantasma con bata blanca? —ella adoptó una mueca pensativa, tratando de recordar alguno entre la horda de espíritus que habitaban la escuela—. No ¿Tu haz visto uno? —sus ojos brillaron con interés, ella era una persona curiosa por naturaleza y aquel pequeño intercambio de palabras le hizo pensar ¿Porqué de entre todos los fantasmas de la escuela le interesa uno de bata blanca?