40

483 66 25
                                    


Estaban atrapados

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Estaban atrapados.

La bestia se volvió más pequeña después de comerse a Alice, un par de ojos azul marino, sin iris y ningún rastro de humanidad, se abrieron en lo que debía ser su rostro y sus patas se volvieron ligeramente más robustas.

Su forma parecía más animal ahora.

Las pupilas vacías de la sanguijuela se posaron sobre Darla y entonces, aunque hasta ahora no había ocurrido, la bestia habló.

—Tu —dijo con un tono cavernoso, como un humano que lleva muchos años sin pronunciar palabra y al mismo tiempo, pareciéndose bastante a un animal—. Tu —volvió a decir—. Eres tú.

Archibald sintió que un escalofrío le recorría la espalda. La voz de aquella bestia era irreal y aterradora, pero a pesar de su apariencia, él no era un chico débil.

—Darla —murmuró, utilizando toda su fuerza de voluntad para pronunciar aquellas palabras—. Ponte detrás de mí —dijo, sin dejar de observar a la criatura.

Cuando esta escuchó su voz, dirigió toda su atención a Archie, mostrando una sonrisa enorme, una llena de malicia.

—Humano —dijo, haciendo una pausa, buscando la forma de comunicarse en su limitado conocimiento del lenguaje humano—. Hazte a un lado, es ella, ella, ella —y con cada palabra había más anhelo en su voz.

Darla tembló en su lugar, retrocediendo sin querer, aquella bestia era demasiado horrenda para mirarla, pero al mismo tiempo, no podía dejar de hacerlo. Sentía que si parpadeaba sería devorada igual que Alice Weber, igual que el fantasma de la chica que la guío al claro del bosque. La sola idea le formó un nudo en el estómago.

—¿Qué quieres? —preguntó—. ¿Por qué estás haciendo esto? —inquirió, tratando de alargar el tiempo para pensar en una manera de escapar, aunque con cada segundo que pasaba, se sentía más asfixiado, comenzaba a pensar que realmente era la última noche de su vida, que estaba destinado a morir junto a los demás a la orilla del lago.

Archibald odiaba el agua.

—Dámela —gruñó la bestia, pareciendo un poco más enojada—. Dámela —repitió, avanzando y su presencia hizo estremecer la tierra.

Archibald apretó los labios, sabía que no era necesario responder porque no creía que sus palabras le importaran un carajo a la sanguijuela, pero de todas formas negó con la cabeza.

—No —dijo, con un hilo de voz y de repente la bestia pareció arder en ira.

—¡Dámela! —su grito resonó en los alrededores, incluso aquellos que descansaban en la explanada, ajenos a lo que ocurría en el lago, tuvieron un escalofrío que se desvaneció unos segundos después. Todos pensaron que comenzaba a hacer mucho frío por ahí.

—No —respondió una vez más, pero en esta ocasión su voz apenas y se escuchó.

A pesar de eso, la sanguijuela, encolerizada, se lanzó sobre ellos y abrió la boca, como si estuviera planeando devorarlos incluso estando envueltos en sus cuerpos físicos. Archibald cerró los ojos y se mantuvo firme, sin embargo, antes de que la sanguijuela pudiera tocarlos Mercy corrió hacia ellos, interponiéndose entre él y la bestia, golpeando el suelo con la mano, creando una luz que lo envolvió todo.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Where stories live. Discover now