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Nicole nunca había sido la primera en nada

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Nicole nunca había sido la primera en nada. Desde que era niña estuvo bajo la sombra de otros, oculta, solitaria.

Su madre era una mujer joven y hermosa, incluso ahora seguía atrayendo las miradas de la gente. Ella caminaba bajo el sol como si sus rayos hubiesen sido creados para ser sus reflectores. Nicole no podía mirarla a la cara, no podía andar cerca de ella ni le gustaba decir que era su madre, porque de inmediato era comparada de manera negativa.

—Rosie es tan guapa, pensé que su hija se le parecería más.

—La niña es igualita a su padre.

—Los abuelos se deben haberse decepcionado al verla.

—Ojalá el siguiente se parezca a la mamá.

Desde muy temprana edad estuvo expuesta a los comentarios mordaces que le dijeron que ella no era suficiente frente a la belleza de su madre. Nicole se sentía como un fracaso incluso antes de llegar a la adolescencia.

Cuando ella cumplió doce años, Rosie conoció a un hombre de negocios que la deslumbró con su dinero y decidió dejar a su familia para buscar un mejor presente. Las personas a su alrededor no parecían sorprendidas, sobre todo, ninguna se permitió dejar pasar el hecho de que una mujer como ella no estaba hecha para alguien como Adam.

Desde siempre, Nicole recordó a su padre como un hombre solitario, trabajaba mucho para tener una buena vida y para complacer a su esposa. Cuando las cosas iban mal, se encerraba en su estudio, donde pasaba largas horas rodeado de circuitos y pasta para soldar. Algunas veces Nicole lo acompañó, por lo que trabajaron en numerosos proyectos de padre e hija. A Rosie aquello le parecía una estupidez, ella no era de las que perdían el tiempo en tareas menos glamurosas que salir de compras y pasearse por restaurantes caros, vivía como soltera porque no era feliz con la vida que llevaba.

Cuando ella se fue, una persona tan frágil cómo su padre no pudo soportarlo y antes de que llegaran las heladas de invierno, Adam se había suicidado. Nicole no podía quitarse de la cabeza la idea de que ella no era suficiente para nadie y después de aquello, supo que era verdad, porque su padre no fue capaz de quedarse por alguien como ella.

Entonces la custodia pasó a su madre y su vida cambió por completo. John, el nuevo esposo de Rosie, era un hombre muy diferente a su padre: moderno, atractivo, con dinero. Ella llegó a vivir a una casa enorme llena de comodidades y todas las cosas que una niña pudiera desear, mientras que su madre tenía todo lo que una mujer pudiera pedir.

Nicole comprendió de inmediato que ese era el destino de las personas hermosas, mientras que los que eran como ella y su padre debían limitarse a trabajar duro para terminar pudriéndose en un solitario taller. Entendió también lo mucho que repudiaba la idea de su futuro, sobre todo cuando Rosie tuvo a un niño, el niño más precioso que hubiese visto el sol. El bebé todavía no podía hablar, pero ella ya lo odiaba.

—¿Cómo se va a llamar el niño?

—Apolo ¿No crees que es un nombre precioso?

—¿Apolo? Me parece un nombre horrendo ¿Por qué no le ponemos Henry? Es un nombre elegante.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Where stories live. Discover now