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Desapariciones, esa era la base de Darla para pensar que estaba muriendo

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Desapariciones, esa era la base de Darla para pensar que estaba muriendo.

Ella había estado vagando desde un principio, pero en el último mes algo había cambiado. De vez en cuando ella desaparecía y durante ese tiempo no tenía idea de  donde iba a parar, todo se volvía oscuro y en ocasiones llegó a irse durante un día o dos, sin embargo, sus padres aún no tenían señas de que ella estuviera por despertar, así que era lógico ¿No? Ella estaba muriendo.

Al escuchar aquello Archibald no pudo evitar sentirse terriblemente mal. Él quería convencerla de que iba a mejorarse, pero no quería que se hiciera falsas ilusiones. Sobre todo, no deseaba equivocarse y terminar acompañando a un fantasma a su propio funeral. Sin embargo, sí que aceptó la petición de Darla. Aún no sabía cómo iba a hacerlo sin que nadie se enterara, lo más probable era que utilizase el tiempo de las vacaciones para trabajar en ello en casa y enviaría las cartas de manera anónima en cualquier buzón. Esa parecía una buena idea.

Sin embargo, una vez que el trato estuvo sellado, los dos se quedaron sumidos en un profundo silencio.

Darla levanto la vista durante un instante, observando el rostro de Archie cuando este no se daba cuenta. Ella no recordaba absolutamente nada del incidente, lo cual era curioso porque su último recuerdo dentro de su cuerpo era la expresión preocupada y aterrorizada del muchacho cuando la encontró tirada en el pasto. Sin embargo, antes de eso había un gran vacío en su cabeza, cómo si esa memoria en específico estuviese bloqueada de alguna manera.

—Entonces ¿Eso es todo? —preguntó Archie, luego de un momento incómodo en el que trató de buscar todas las posibles maneras de sonar cómo alguien con tacto, sin conseguirlo.

—Eso es todo —ella suspiró—. Quiero recuperar mi vida, extraño la escuela, pero ya me he dado cuenta de que estoy casi al final del camino y al menos espero irme habiendo dicho todo lo que tenía que decir.

Archie suspiró, él siempre había pensado que los fantasmas en general eran tristes y lamentables, pero hasta ese momento nunca se había encontrado con uno cómo Darla. Era descorazonador verla frente a él, tan viva y tener la certeza de que ella no seguiría más en este mundo. La chica estaba tan convencida de su inminente destino que era imposible para él no creer en sus palabras.

Lo peor de todo es que ya había comenzado a comerse la cabeza con el asunto, pasaba de preguntarse cómo reaccionarían los padres de Darla si supieran que estaban perdiendo a su hija, hasta imaginarse que pasaría con la chica si realmente llegaba a morir ¿Cruzaría al otro lado o se quedaría penando cómo los demás fantasmas de la escuela? La sola idea de ver a Darla todos los días después de su muerte le daba escalofríos.

—Ya, no pienses en eso —De repente ella recuperó su relajada postura habitual y soltando un suspiro mientras se estiraba, acomodándose sobre uno de los puff—. De todas formas ¿Cuándo podrías ayudarme con esas cartas? —preguntó frunciendo el ceño—. Se cómo son las cosas por acá, así que pedirte que escribas en la biblioteca o en tu habitación es una especie de llamado a la mala suerte ¡Todo mundo de enteraría que fuiste tú! —exclamó, adoptando una mueca de terror en el rostro.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora