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Lo primero que vio al abrir los ojos fue el rostro de Darla inclinada sobre él, ella lo observaba con sus grandes ojos verdes, inspeccionándolo sin una pizca de vergüenza, mientras sus rizos rojos caían sobre él, casi tocándole la punta de la nariz

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Lo primero que vio al abrir los ojos fue el rostro de Darla inclinada sobre él, ella lo observaba con sus grandes ojos verdes, inspeccionándolo sin una pizca de vergüenza, mientras sus rizos rojos caían sobre él, casi tocándole la punta de la nariz.

Sonrió.

—¿Dónde estabas? —Fue lo primero que se le vino a la mente. Ella se mostró visiblemente incómoda ante la pregunta.

—Por ahí —respondió mirando hacia otro lado, luego sonrió—. Tu madre te está llamando, dice que hay no sé qué para el vecino —ella movió las manos en una especie de baile divertido, mientras se alejaba de él como si no lo hubiese estado observando de forma bastante creepy mientras dormía—. Creo saldremos de paseo.

Archie soltó un gemido, levantándose de su lugar para dirigirse al baño y lavarse la cara. Tenía ganas de darse una ducha, así que, con un grito le avisó a su madre que le diera tiempo.

Después de aquel extraño despertar y lo que duró bajo el chorro de agua fría, le tomó alrededor de una hora bajar a la cocina. Cuando llegó, la mujer estaba hablando por teléfono en tono animado, al verlo interrumpió su plática, tapando la bocina del teléfono.

—Ahí está la caserola, entra por la tienda, aún está abierta —Y después de esas sencillas instrucciones continuó con su charla, la cual, debía aclarar, parecía bastante interesante por la manera en que susurraba y jugueteaba con el cable.

Archibald suspiró, tomando el traste con estofado y dirigiéndose a la calle. Afuera estaba todo desierto, sin embargo, lo que le dio mala espina fue la manera en que la luz del poste de su casa parpadeaba, mientras que el resto se encontraban en su mayoría, apagados.

—Esto no se ve bien —dijo Darla, acariciándose lo brazos cómo si tuviera frío.

—Lo sé —murmuró, asomándose para asegurarse de que su madre no lo viera hablando solo—. Por suerte, el viejo Lockster tiene su tienda cruzando la calle —explicó, señalando el lugar con un movimiento con la barbilla.

—¿Una tienda? ¿De qué? —preguntó vislumbrando la pequeña casa que incluía un local en su primer piso. El poste de luz frente a la tiendita parecía ser el único que no estaba fallando.

Extraño.

—Es una tienda de magia negra o una mierda de ese tipo, el viejo lee las manos y te cobra un montón por decirte los cotilleos que escuchó mientras estaba en el súper —comentó soltando una risita y Darla abrió los ojos de par en par, soltando un "wao" que apenas y fue audible.

Archibald asintió con la cabeza, como diciendo "así son las cosas aquí" y luego ambos avanzaron rápidamente hasta la puerta del negocio, la cual anunció su llegada con el sonido de una campana. Adentro todo estaba en silencio, el lugar estaba apenas iluminado por pequeños focos que fingían ser velas. Dentro había un montón de cosas raras, patas de conejo, atrapasueños, amuletos e incienso. De inmediato un extraño olor a flores invadió el lugar.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Where stories live. Discover now