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Archibald ya se había hecho a la idea de que no era posible que ellos siguieran con los planes de la caza nocturna

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Archibald ya se había hecho a la idea de que no era posible que ellos siguieran con los planes de la caza nocturna. La organización de la escuela se había puesto muy estricta con el tema de la seguridad esa noche, por lo que los guardias incluso los acompañaron a los dormitorios para que se cambiaran de ropa y se dieran un baño. Tenía sentido, pero era muy incómodo.

Si todo continuaba igual, sería difícil salir incluso después de terminar la ceremonia, y sus compañeros comenzarían a armar revuelo. Sin embargo, como era apenas el primer día se resignó a tener a dos mastodontes en los pasillos intentando cuidarlos de enemigos invisibles.

Soltando un suspiro se tomó su tiempo después de que Peter saliera de la habitación. Ya era bastante tarde, estaba un poco cansado y afuera comenzó a hacer mucho frío, por lo que buscó un abrigo entre su ropa para poder enfrentar a lo que les faltaba de la velada. Al final sólo halló una chamarra de mezclilla recubierta de franela por dentro, la pobre ya estaba muy vieja, pero aun cumplía su función y las roturas parecían haberse puesto de moda últimamente, así que se la puso encima y tomó aire antes de volver a la explanada.

Estaba a punto de girarse hacia la puerta, cuando esta se abrió, dejando ver a un pequeño grupo de chicos con gorras y cubrebocas que parecían ladrones de una película de bajo presupuesto. Archie frunció el ceño, reconociendo a Mercy, a quien ya había visto con esas pintas antes, pero se sorprendió al notar que detrás de él estaba Sunshine Dickens, usando pantalones de mezclilla, una sudadera amplia y accesorios muy parecidos a los del muchacho. Archibald parpadeó, para ver a la tercera figura que los acompañaba y casi va de espaldas al reconocerla.

—¿Sorprendido? —la voz de Darla sonó un poco distorsionada.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó frunciendo el ceño, mientras miraba lo extraña que se veía con aquella cosa mientras aún traía su vestido blanco.

—Mercy me lo dio, lo puso en un altar, encendió velas y rezó un poco —explicó—. Es un detalle dramático, pero hace tiempo que no uso nada más que este vestido y me pareció genial ponérmelo —Ella parecía muy emocionada ante la perspectiva. Archibald miró al muchacho en busca de respuestas, pero este sólo se encogió de hombros, extendiéndole uno para él.

—Ponte esto —dijo, sin preocuparse demasiado por las explicaciones—. Es hora de hacer las exploraciones.

—¿Cómo? —él le miró alarmado—. ¿Acaso estás loco? Esto está lleno de gente, se van a dar cuenta que no estamos —espetó, tomando el cubrabocas sin ponérselo. Estaba seguro de que al menos Irene y Peter notarían su ausencia.

—Yo le dije lo mismo —comentó Sunshine entornando la mirada—. Pero nadie le hace caso a la rubia —agregó, mirando a Darla con expresión resentida. Esta se inclinó hacia ella, devolviéndole la mirada.

—¿Que dices? No se escucha desde acá —espetó en tono de perfecta burla y Sunshine hizo un ademán para golpearla, pero ambas sabían que eso era imposible teniendo en cuenta que Darla era intangible.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Where stories live. Discover now