(LGBT+) Archibald puede ver fantasmas.
Darla es algo muy parecido a uno.
Un espíritu no puede conservar su lugar en el mundo, sin embargo, Darla piensa que con ayuda de Archie podrá cumplir al menos un último deseo.
Peligrosos eventos envolverán a l...
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Una vez que fue golpeado por la realidad comenzó a notar todos los detalles a su alrededor que había omitido por culpa del agotamiento.
Su madre estaba a su lado, mirándolo con preocupación. Irene lloraba mientras lo abrazaba y él correspondía al gesto. Darla estaba sentada al otro lado de la camilla, en los pies, con expresión de piedra.
La sala era enorme, en la camilla de enfrente estaba Darren Woolf, a quien las enfermeras le estaban aplicando oxígeno a pesar de que él se veía ileso y, de hecho, miraba alrededor con expresión impasible. En la camilla a la derecha de Darren se encontraba Sunshine, también sentada, con los pies colgando y las enfermeras repitiendo el proceso con tanques de oxígeno.
Archie parpadeó, a su izquierda había un chico que no conocía de nada, sentado en su camilla en posición de loto, recargado contra la pared y mirándole con el rostro inexpresivo.
—Nena, ven, vamos afuera —dijo la madre de Archie, tomando a Irene de los hombros y sacándola al pasillo. Las enfermeras terminaron lo que tenían que hacer y también se marcharon. Archibald soltó un resoplido, no tenía idea de cómo es que todas esas personas terminaron en la misma habitación que él, pero se imaginaba que habría tenido que ver con el asunto del incendio.
Sin querer se le escapó un suspiro. La cara de Chae Ri apareció en su cabeza de repente, cuando la vio en el pasillo se veía desorientada, tenía la mirada perdida, quizás aún no se había dado cuenta que estaba muerta ¿A dónde se dirigía? De repente Archibald cayó en cuenta de algo, el fantasma de la chica no se quedó en el sitio de su muerte, aquello era lo más común, pero ella se encontraba entre la minoría que se movía de lugar ¿Habría dejado algún asunto pendiente? Una opresión se instaló en su pecho, llenándolo de una angustia que estaba seguro que lo acompañaría por mucho tiempo.
—Iré a dar un paseo —La voz de Darren interrumpió el extraño silencio que reinaba en la sala. El chico se levantó de su sitio sin mucho problema, tomó el soporte donde estaba colgando su suero y se dirigió a la salida.
—La enfermera dijo que descansáramos —le recordó Sunshine, pero Darren no le hizo demasiado caso.
—Se puede ir al cuerno la enfermera —espetó en un tono grosero que sorprendió a casi todos en la habitación. Darren debía estar de un pésimo humor, aunque teniendo en cuenta donde se encontraba, era lógico que sus nervios estuvieran alterados.
Sin voltear a verlos, el chico se marchó de la habitación, la cual se sumió en el silencio una vez más.
Afuera el cielo estaba pintado en tonos naranjas, la ventana dejaba entrar poca luz, así que pronto tendrían que encender los focos. Darren dejó la puerta cerrada y el ambiente se volvió expectante.
Un par de segundos pasaron antes de que las miradas de Sunshine y Archibald se cruzaran. Los dos parecían querer decir algo, pero la presencia de aquel muchacho desconocido los frenaba. Archie lo miró de reojo, había algo que se veía muy conocido en él, pero no estaba seguro de qué.
