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Archibald sintió un tirón en su pecho que lo arrastró desde donde estaba hasta quedar suspendido en el aire, muy cerca de aquel muchacho

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Archibald sintió un tirón en su pecho que lo arrastró desde donde estaba hasta quedar suspendido en el aire, muy cerca de aquel muchacho.

—Me llamo Alan, por cierto —comentó, como si fuera un chico común y corriente, presentándose el primer día de clases.

—¿Qué me está pasando? —Archibald comenzó a forcejear, moviendo los pies y las manos para soltarse sin poder conseguirlo. Luchar contra un enemigo invisible e intangible era especialmente aterrador cuando él siempre había podido tocar a los fantasmas.

Mercy soltó una exclamación de sorpresa, mientras Darla flotó hacia Archibald, tratando de ayudarlo.

—¡Suéltalo monstruo! —exclamó la chica, iluminándose de pies a cabeza. Su brillo empujó a Archibald lejos de Alan, liberándolo del agarre invisible.

—Vaya, está más evolucionada de lo que pensé —el tipo se llevó una mano al estómago, relamiéndose los labios. Cuando lo hizo se asomaron unos pequeños dientes blancos, que, a pesar de no estar afilados, se veían bastante peligrosos—. Se me ha abierto el apetito.

—¿Quién te trajo aquí? ¿Qué es lo que estás buscando? —preguntó Mercy, sosteniéndose de la muñeca y Alan lo miró por primera vez.

—No es de tu incumbencia —respondió, sin mostrar demasiado interés. Los humanos en general le daban lo mismo, cuando ya estaban muertos le parecían más apetecibles—. Confórmense con saber que pronto se encontrará con su amada —Alan levantó las manos al cielo con una expresión apacible, pero extasiada, con una profunda felicidad en ella—. Y ese momento será la cúspide de su vida y de su muerte—su voz sonaba parecida a la de Alice, pero su tono tenía un toque de miel diferente al de ella, como saboreara cada palabra hasta lo profundo de su ser.

—No creas que Archie es tan fácil de convencer —espetó Darla—. Él no se iría con la primera que convoque a un demonio para enamorarlo —su pose dejaba claro que estaba dispuesta a luchar, pero Alan la miró con una sonrisa divertida, volviendo a tirar de Archibald, arrastrándolo por los pies hasta tenerlo frente a él.

—No me importa si es difícil de convencer —dijo, inclinándose hacia él, pero dirigiéndose a Darla—. Él va amarla, aunque no quiera hacerlo —Alan tomó a Archibald del pie derecho y le dio un tirón con el que casi levantó la mitad de su cuerpo en el aire. Aunque pareciera delgado y poco atlético, Alan tenía una fuerza sobrenatural difícil de concebir en un ser humano. Por supuesto, esto solo reforzaba el hecho de que, a pesar de las apariencias, se encontraban frente a una criatura fuera de este mundo.

—Vete a la mierda —espetó Archibald, pateando el rostro del muchacho con su pierna libre sin que este presentara signos de dolor o malestar.

—Eres muy inquieto —comentó, sosteniéndole la otra pierna, para acto seguido, empujarlo hacia abajo, dejándolo caer.

Archibald soltó un gemido y se retorció en el suelo. Los movimientos de Alan parecían desenfadados y suaves, pero eran tan feroces que pensó que estaba tratando de matarlo.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Where stories live. Discover now