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El tiempo que estuvo en casa con su madre se pasó volando

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El tiempo que estuvo en casa con su madre se pasó volando. La mujer había insistido en alimentar a su hijo cómo un cerdo a cada segundo en el que se presentaba la oportunidad, hasta que este tuvo que implementar una estrategia de escape que ponía en marcha cada vez que sentía que sus intestinos estaban sufriendo demasiado. Por suerte afuera estaba todo tranquilo, el fraccionamiento estaba sospechosamente libre de fantasmas y aparte de Darla, no había nadie para hacerle pasar un mal rato.

De vez en cuando iban de visita a la tienda de Lockster, dónde tuvieron simpáticas charlas sobre fantasmas y cosas sobrenaturales. Era extraño, pero, debía admitir que conocer a alguien que tenía las mismas habilidades -probablemente más- que él era liberador.

—Vamos, no pongas esa cara, en esta ciudad hay más gente con dones como los tuyos, en realidad no es tan extraño cómo parece, sobre todo aquí —él había señalado a su alrededor con una sonrisa enigmática—. Es la tierra, atrae un montón de cosas indeseables y también nacen muchos niños con todo tipo de dones, la actividad paranormal no es cómo en otros lados.

De alguna manera le alegraba saber que quizás algún día podría conocer más gente cómo él.

—Podrían formar un club —dijo Darla en alguna ocasión—. Algo así como los caza fantasmas pero menos viejos —ella parecía divertida ante la perspectiva.

—No me gustan los clubes, pero supongo que podría hacer amigos nuevos... O enemigos nuevos, depende de la situación —él parecía estar considerando todas sus opciones y aquello divirtió a Darla.

Ella estaba de un humor brillante los últimos días. Había renunciado a la escritura de las cartas y cambió su petición a "apoyo moral durante su cruzada". Lo cual quería decir que mientras ella investigaba, él le ayudaría a recrear los hechos para que pudieran descubrir quién era la llamada sanguijuela que quería su halo dorado.

Y bueno, Archie no se podía negar, de hecho, estaba convencido de que ahora debía por fuerza meterse en ese asunto, después de todo era su culpa que la chica estuviera en semejantes problemas, al menos lo era de manera indirecta.

Estaba seguro de que tarde o temprano habría tenido que intervenir de lleno en aquella cruzada, pero la situación ameritaba que lo hiciera de inmediato.

Con esa idea en mente y sin la oportunidad de ir a ver a su abuelo, Archibald tuvo que volver a la escuela. Cuando lo hizo estaba más nervioso de lo normal, casi cómo si fuera su primera vez asistiendo a clases. Las manos le temblaban y parecía que pronto comenzaría a sudar frío.

Su madre, cómo siempre, sólo lo dejó en la puerta de la escuela y se marchó cómo alma que llevaba el diablo. La mujer odiaba aquel edificio porque siempre se encontraba con sus "amigas" ricas y terminaba cayendo, según ella, en una espiral de frivolidades que le resultaba difícil de abandonar.

Como sea, cuando Archie se dirigió a la entrada pensó que su suerte le había escupido en el rostro, pues lo primero que vio al llegar fue la espalda de Darren Woolf, quien miraba con fijeza la imponente construcción delante de él.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Where stories live. Discover now