ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟞

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Desde aquel día siempre mantenía la daga sobre mi pecho, escondida en mi corset. Ella no me había visitado. Aquellas sombras que me acompañaban susurraban eventos del pasado, sobre todo de la rebelión. Memorias que intente olvidar. 

Las miradas de todas ellas se llegaron a mezclar, los ojos fríos y crueles en ese momento de mi madre, de alguna forma, fortalecieron una parte en mi mente. Ellas querían que supiera que había algo mucho más grande que yo pasando.

Tal vez algunas me apoyaban, tal vez debían favores a mi madre, pero todas ellas morirían por mi libertad. La k'eña en aquel espejo, parecía alguien demente, con ojeras en su rostro, el cabello sin cepillar, era un monstruo. Temblorosa, salí del baño, tomando una manta recostándome en el sillón recordando y dejándome ir...


152 años atrás...


Cargo todos los libros de la biblioteca a la carreta, cerró con cuidado aquellas puertas, dejando atrás aquel pequeño lugar de paz. La calles muertas, como siempre, una que otra legh pasaba sobre carreta o llevando canastas llenas de alimento.

Continuo su camino, el Jawn, jalaba de la carreta. No llegaría a la hora de la cena, estaba segura de aquello. Atravesando dos campos de arroz y cebollas, vio a las legh trabajar, seguramente su madre estaría ahí. Parando en el pueblo más cercano a la capital, las casas era más pequeñas y oscuras, parecía que realmente nadie vivía ahí. 

Deteniéndose frente a un pequeño edificio, en el cartel apenas se podía leer biblioteca, dos xonen cuidaba la entrada, bajó de su carreta con paso firme, saludo a ambas guardias.

—Vengo de la capital, estos son los últimos libros

—¿Quién te envía?

—Katania —tomaron un par de pergaminos, hasta llegar a una conclusión.

—Que sea rápido legh —el mismo trato de siempre; pasar tanto tiempo aquí ya le era indiferente aquella forma despectiva, mientras una de ellas abría las puertas, había comenzado a bajar los cajones con los libros, cansada, tomó algunos y entro lo más rápido para acomodarlos, antes de que ellas se molestaran, subió con cuidado los escalones entrando al edificio. 

Polvo habitaba todo el lugar, siguió a las xonen hasta el segundo piso, más cajas como las que traía, llenaban el espacio, dejándolas en un espacio al frente, vio con pena los demás libros, todos eran olvidados para siempre, pero al final eran libros que ya nadie leía, al salir, las guardias cerraron, subió a su carreta, las grandes luces comenzaron a encenderse, era muy tarde.

—Que Krone las siga —ambas le respondieron con lo mismo, tomó las riendas y la bestia comenzó su viaje, algunos copos comenzaron a caer, ajustando mejor la capa, esperaba que su madre ya estuviera en su hogar.

La Diosa De La Oscuridad ✴Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz