ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟛𝟜

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𝓓𝓪𝓮𝓷𝓪


Durante la mañana le pregunté a Teya como se llamaba el macho que le regaló las dagas a Helion. No dudo en decírmelo. Zephyr. Era uno de los más cercanos a su alto lord. Al igual que Serán, cuidaron la corte por 49 años. Ganándose la lealtad de los demás. No solo eso. Era el hermano de Teya. 

Así que me tenían bien vigilada. También respondí mi duda sobre el castigo para ella. Si su hermano era la mano de Helion, se salvó del castigo. 

Mi rutina se repitió las siguientes dos semanas. Por fortuna no apareció ningún robador de rostros, tampoco intentaron culparme por haber hecho algo. Thunder apareció en el comedor un día junto con sus amigos sabios. Así que no lo maté. Pero encontré el miedo en sus ojos. Me quedaba tan callada en las comidas que parecía que no estaba ahí. 

Hoy terminé el libro. Organice las hojas. Dejé limpia mi mesa y subí por las escaleras, tal vez eran las 3 de la tarde. Camine buscando a Teya. La encontré platicando con algunas hembras. Se acercó cuando me vio. 

 —¿Calisto sucede algo? 

—Debo entregarle esto a tu señor —Movió su cabeza y la siguió. El viento fresco movió la tela de su falda, casi se sentía como si el viento nos empujara a caminar más rápido. Me detuvo y se acercó a uno de los guardias, no escuche lo que hablaron, el macho asintió. 

—Ve con él, te llevará con el general. 

Camine dejando un buen espacio entre ambos. Nos alejamos mucho del edificio para entrar a otro mucho más grande y resplandeciente. Nuestros pasos se escucharon. El piso era blanco con vetas doradas. Había algunas estatuas en los extremos. Subimos por unas escaleras, me detuvo acercándose a una de las puertas. Eran demasiados protocolos. Escuché las voces de ambos generales, salieron. Claro que ambos imponían. No solo por su rango, sino por la magia que desprendían, tan afines y de igual tamaño. 

—Generales, está listo —ambos vieron a la cesta. Ninguno hizo algún comentario. Caminamos un poco más, llamaron a la puerta. El guardia se quedó en la entrada. Esta se abrió. Dos hembras salieron con los rostros sonrojados, cuchicheando algo que no entendí. Ambos machos tenían el rostro en blanco. 

Una brisa fresca entró antes que nosotros. Parecía un estudio privado. Un telar estaba cerca de la ventana, algunas pinturas sobre los muebles de madera. Sentado entre almohadas estaba Helion. Sobre su amplio pecho, collares de oro brillaban. Hice una reverencia hacia él. 

—Espero que traigan buenas noticias que valgan la pena —di un paso más, sacando la traducción, sus ojos centellearon. 

—Valdrá la pena —ambos machos se acercaron a su lord, tendrían una mejor vista del escrito. Helion se levantó extendiendo su mano, las pulseras de hueso blanco, sonaron cuando chocaron entre ellas. Deje que tomara las hojas. 

La Diosa De La Oscuridad ✴Where stories live. Discover now