ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟚

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El salón del trono era frío y oscuro, cualquiera podría aparecer ahí en cualquier momento. El suelo bien pulido parecía un espejo. En el centro se encontraba aquel asiento, resguardado por dos serpientes aladas de piedra y esmeralda, no las había apreciado también antes, de pie frente aquello, espere hasta que ellas llegaran. 

La bruma comenzó a llenar el salón, nunca me toco. Subiendo los escalones esta tomo la forma de un cuerpo, de ojos azules, cabello negro y piel pálida, ante mi estaba Rewin, el nuevo rey, había una pequeña bruma a su alrededor, me sentía acechada por su mirada, incluso casi vulnerable. 

Las puertas se abrieron y una de sus concubinas se acerco hasta su lado, ella me observaba con odio, pero ¿por que? no la conocía, tal vez venía de uno de los pequeños pueblos al sur, espere hasta que la xonen apareció a mi lado.

—Su majestad, ella es...

—Detente...di tu nombre —la atención estaba sobre mi, no levante la mirada del suelo.

-Daena 

—Me encanta, es un perfecto nombre.

—¡Su majestad! —aquella joven k'eña se quejo tomando su brazo.

— ¡No me interrumpas! —temblé levemente en mi lugar, sintiéndome mareada —es tan hermosa, todo quedara perfecto en ti.

—Ella no es hermosa —podía jurar que hacía más frío después de esas palabras, el sonido del golpe me puso más nerviosa, la guardia a mi lado no parecía importarle, la mujer ahora estaba en el suelo, con la mejilla roja y las palmas sosteniéndola.

—Nunca vuelvas a decirlo, ni pensarlo, yo mismo te quitaría esa bonita boca —temblé de nuevo, en el reflejo lo vi avanzando, levanté con cuidado la cabeza, extendió su mano, la bruma tomo mi mano, cubriéndola con su poder, la piel me ardía.— mi amada reina, prometo que esto no volverá a suceder, nadie dirá nada en contra tuya  — ¿Cómo me llamo?. Sostuvo un mechón de mi cabello, esto era una maldición, sentía la bilis en la boca.— a partir de ahora te quedarás aquí, llévala a su habitación.

—No, no lo haré —la alegría en su rostro se fue, incluso vi temblar a la guardia a mi lado, apretando los puños hable. —no puedo, por que...necesito despedirme de ella, se que no podré irme después, ninguna reina lo ha hecho —soltó una risa.

—Bien, ve entonces con ella, pero volverás a la primer campanada, entiendes también todo lo que deseo, por eso te elegí, vuelve pronto mi reina.

Nos inclinamos saliendo del lugar, sentía que los pasillos me aplastaban. Fuera del castillo, un carruaje me esperaba, la legh que sostenía la puerta me miraba con pena, temblaba por completo cuando entre en este, la risa y las lágrimas comenzaron a salir.

La Diosa De La Oscuridad ✴Where stories live. Discover now